Polémica
El rechazo al centro de inmigrantes en el aeropuerto de Ciudad Real es un clamor en la capital manchega
“Esto es una jugada de Pedro contra Emiliano por tocarle las narices”, puede escucharse en cualquier corrillo o cafetería de la ciudad.
“Como empresario, si el aeropuerto de Ciudad Real me pidiera un servicio, no lo haría”. Con estas palabras tan categóricas sentenció la cuestión el siempre prudente presidente de la Cámara de Comercio de Ciudad Real, José Luis Ruiz, cuando fue preguntado por la intención del Gobierno de España de levantar un gran centro de inmigrantes en sus instalaciones.
Y es que el proyecto no ha sido nada bien recibido en una ciudad pequeña, tranquila, cómoda, para la que un centro de estas características supondría un impacto brutal. Tres mil personas viviendo en barracones a diez kilómetros de una ciudad con setenta y cinco mil habitantes.
“Ha habido una voluntad deliberada de ocultar información y hacer las cosas de tapadillo”, afirman en el ayuntamiento de Ciudad Real, cuyo alcalde, Francisco Cañizares, se ha puesto al frente de la reacción contra el proyecto en la capital.
“Las informaciones que me llegan del aeropuerto son mucho más inquietantes de lo que dice la ministra”, también ha asegurado Page, que piensa dedicar todo su empeño y capacidad política en parar un proyecto que sería como un “auténtico centro Meloni” en mitad de la nada.
“No reunirá las condiciones mínimas adecuadas que merece cualquier persona”, ha indicado también el presidente de la Diputación, Miguel Ángel Valverde, quien ha mostrado su oposición frontal a proyectos de este tipo.
Pero es que hasta la Red de Lucha contra la Inmigración o Podemos Castilla-La Mancha han salido en tromba contra la intención del gobierno de España. “No es el modelo de atención requerido ni la solución al problema”.
El propio Page ha pedido una conferencia de presidentes para abordar el fenómeno de la inmigración, que comienza a desbordar al Ejecutivo de Sánchez, cuyos pasos en este ámbito van al revés y al contrario que el resto de Europa.
“Esto es una jugada de Pedro contra Emiliano por tocarle las narices”, puede escucharse en cualquier corrillo o cafetería de la ciudad. O una solución low cost para un problema de altos vuelos, también podría decirse. Lo cierto es que el proyecto está repleto de irregularidades desde el principio, en tanto que sería ilegal, ya que el aeropuerto de Ciudad Real no prevé entre sus usos ningún tipo de carácter asistencial.
La batalla jurídica estará servida porque ya la anunció Page en el Debate sobre el Estado de la Región. Pero es que además se ha sabido que la empresa propietaria del aeropuerto de Ciudad Real firmó un contrato de confidencialidad con el Gobierno de España a espaldas de la Junta de Castilla-La Mancha. “Una deslealtad absoluta”, sentencia Page.
Por si fuera poco, también ha trascendido que el dueño del aeropuerto de Ciudad Real ofreció sus terrenos a Víctor de Aldama, actualmente en prisión por el caso hidrocarburos. Y es que Rafael Gómez Arribas, propietario de la infraestructura, ya es un viejo conocido, porque fue quien llevó mascarillas defectuosas al gobierno de Page de parte de Aldama en plena pandemia, ofrecimiento que fue rechazado en apenas una hora al filo de la medianoche.
Además, ha trascendido que Arribas intentó que el Gobierno de España le perdonara una deuda de once millones de euros que mantenía a través de un crédito del ICO para lo que también recurrió al comisionista Aldama. Lo mejor de cada casa.
Ahora se ha sabido que ya había correos de petición a RSU para la colocación de contenedores y que se estaban levantando vallas que pudieran actuar de alambreras. La sociedad civil también se ha manifestado contraria a este tipo de instalaciones. Otro ejemplo, aparte de los empresarios, los colegios profesionales de la ciudad y la provincia.
Hay quien recuerda el rechazo al campo de tiro a Cabañeros o Anchuras hace varias décadas siendo entonces González y Bono los protagonistas. Entonces ganó la presión popular. Veremos qué ocurre ahora. Lo cierto es que la ciudad y sus instituciones se oponen claramente a un proyecto dominado por la opacidad y el oscurantismo, algo que ya parece propio del estilo Sánchez.
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