Yihadismo

"O sales o te corto el cuello": la radicalización exprés del asesino del sacristán de Algeciras

Vecinos y compañeros de piso de Yassine Kanjaa destacan su "agresividad" y "paranoia" y que la noche antes del ataque estaba "muy alterado"

El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno junto con el alcalde de Algeciras, José Ignacio Landaluce, ante las flores y velas dejadas en la plaza en la que fue asesinado el sacristán de la Iglesia de La Palma, Diego Valencia
El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno junto con el alcalde de Algeciras, José Ignacio Landaluce, ante las flores y velas dejadas en la plaza en la que fue asesinado el sacristán de la Iglesia de La Palma, Diego ValenciaNono RicoNono Rico

En apenas dos meses, experimentó una radicalización «exprés». Pasó de fiestas con música, alcohol y hachís a vestir chilaba, no desprenderse del misbaha, la camándula musulmana similar al rosario de los católicos, a escuchar versículos del Corán a través del móvil y a no dejar entrar en su casa a los amigos que bebían alcohol o venían acompañados de mujeres.

Las declaraciones de los vecinos y compañeros de piso de Yassine Kanjaa incorporadas al sumario judicial ponen de relieve ese atropellado «adoctrinamiento ideológico» que le llevó a asesinar a machetazos el pasado 25 de enero al sacristán de la iglesia de Nuestra Señora de la Palma, Diego Valencia, y a herir de gravedad a un párroco de otro templo y a un marroquí al que atacó por «converso».

Pero pese a ese cambio «radical», la Comisaría General de Información apunta en el atestado que nada hacía prever que pudiera llevar a cabo «una acción contra el cristianismo».

Sus dos compañeros de piso en el número 10 de la calle Ruiz Tagle, Mohamed E. K. y Karim Z., relataron a la Policía ese cambio brusco que experimentó el asesino confeso del sacristán. El primero aseguró que la noche anterior percibió en él «cierto nerviosismo» y que sabía que guardaba debajo de la cama «un machete de grandes dimensiones» (el mismo que utilizó en su ataque). Una vez, recordó, le preguntó para qué lo quería. «Métete en tus asuntos», le replicó Kanjaa. Respecto a su cambio de conducta, dijo que últimamente no bebía alcohol y que veía «muchos vídeos en el móvil».

Su otro compañero de piso (que a diferencia del anterior aseguró que el asesino confeso no durmió en el piso la noche anterior, aunque al despertarse ya estaba en el domicilio), relató que ese día Yassine Kanjaa «no cenó con ellos puesto que estaba muy alterado». Karim contó a los agentes que últimamente el asesino confeso había «cambiado radicalmente su actitud, dejando cualquier costumbre» que pudiera atentar contra la religión musulmana y comenzando a practicar de forma compulsiva «los preceptos musulmanes».

Amenazó con el machete a un antiguo compañero de prisión

En cuanto a su carácter, señaló que era una persona «muy impulsiva que se enfadaba con asiduidad». De hecho, recordó que uno de sus amigos, al que se refiere como El Hassan, le comentó que en alguna ocasión Yassine le había «amenazado directamente con un machete de grandes dimensiones».

Un vecino aportó otro testimonio sobre ese «gran cambio» en el supuesto yihadista. Dos meses antes del ataque, Yassine amenazó machete en mano desde la ventana a un amigo «con el que había cumplido prisión en Marruecos», mientras le gritaba «en voz alta y agitada»: «O sales ya de la casa o te corto el cuello». Según el testigo, esa fue la última vez que vio a esa persona «por los alrededores de la vivienda, puesto que sabía que podía cumplir su amenaza».

Este mismo vecino refirió asimismo que cuando uno de sus compañeros de piso recriminó a Yassine por qué tenía un machete en casa, este le respondió: «No es tu problema. Eso es para algunas personas que se están metiendo en mi vida».

"Agresividad y paranoia"

Su testimonio también repara en el «gran cambio» que experimentó tanto en su comportamiento como en su manera de vestir, «con barba y vistiendo chilaba, haciendo uso del Corán» y con un rosario de cuentas «que usaba a modo de rezo». Hasta el punto de que sus amigos habían dejado de visitarlo por sus contiguas arengas para que dejasen de beber y fumar «porque está prohibido». La última semana, refirió, «usaba de forma reiterada la palabra infiel» y sentía «fijación» con las personas que no llevaban chilaba, no rezan, fuman y «tienen relación con mujeres que no van con vestimenta ortodoxa o que no se hayan casado», a quienes incluso negaba el saludo. Debido a su «agresividad y paranoia», explicó a la Policía, «sabían que no estaba bien», aunque «nunca llegaron a imaginar» que protagonizara «un hecho de estas dimensiones».

También el hermano de Yassine, Yahya Kanjaa, con quien según dijo no tenía contacto «desde hace siete meses», corroboró ese cambio «significativo», pues según le contó su madre «no sabe qué le ocurre, pero no hablaba con ella como siempre».