Política

El desafío independentista

Quim Torra, el líder incapaz

Ayer el presidente de la Generalitat se mostró incapaz de marcar una hoja de ruta, más allá de las algaradas callejeras, para sumar fuerzas, y de citas a Mandela o a Luther King

Torra, ayer, durante la conferencia «Nuestro momento», que pronunció en el Teatro Nacional de Cataluña en Barcelona
Torra, ayer, durante la conferencia «Nuestro momento», que pronunció en el Teatro Nacional de Cataluña en Barcelonalarazon

Ayer el presidente de la Generalitat se mostró incapaz de marcar una hoja de ruta, más allá de las algaradas callejeras, para sumar fuerzas, y de citas a Mandela o a Luther King.

Joaquim Torra hizo ayer su esperada conferencia, con lazo amarillo presidiendo el Teatro Nacional de Cataluña y la solapa de la chaqueta presidencial. La sala repleta hasta la bandera aplaudía, por obligación y con poca devoción, el discurso manido y amorfo del presidente de la Generalitat. No se salió de lugares comunes. «La causa justa de la independencia» que sigue «la mayoría del pueblo de Cataluña» se tiene que enfrentar a un Estado represor, con un rey represor, con unas fuerzas de seguridad represoras, con unos políticos represores y, sobre todo, con unos jueces represores.

Su gran propuesta, repetida por enésima vez, pedir al estado un referéndum de autodeterminación, que según Torra pide «el 80% de los catalanes». Y un añadido que sólo aceptará una sentencia absolutoria de los líderes del procés. Eso sí, obvió decir que si la sentencia era condenatoria, abriría las cárceles, como pregona a quien le quiere oír y publicábamos este lunes en LA RAZÓN.
De lo filtrado hace una semana, ni sombra. Ni desafío al Estado, ni unilateralidad, ni desobediencia, ni volver a las rupturas de hace un año. Torra se ha limitado a llamar a la movilización continuada para hacer más patente su incapacidad. El independentismo es incapaz de dar pasos adelante. Porque el Estado ha marcado las líneas rojas, porque los independentistas no tienen la mayoría social suficiente y porque Puigdemont y Torra han fracasado estrepitosamente en su idea de uniformar a los independentistas bajo una supuesta fórmula de unidad.
Ayer Torra se mostró incapaz de marcar una hoja de ruta, más allá de las algaradas callejeras, para sumar fuerzas, y de citas a Mandela o a Luther King. Torra desvió toda responsabilidad a las movilizaciones de una revolución que no pasa de hacer «performances», colgar lazos amarillos y montar muchos números. Torra ha hecho dejación de sus responsabilidades y no digamos Puigdemont que dejó tirados a sus consellers, a su vicepresidente, y huyó cobardemente a Bruselas.
La Crida Nacional por la República, el sector más hiperventilado del independentismo se ha quedado sin aire. El discurso de Torra se parece más al discurso de ERC –Joan Tardà recordó este lunes que la independencia no vendrá por la vía de la insurgencia– y huye de una nueva confrontación con el Estado aunque también de la solución. No le interesa un colín que todo se normalice. Si ahora es incapaz, con normalidad Torra sólo sería un mal sueño.