Política

La trastienda de una cumbre con dos relatos y poca claridad

Las dos partes vuelven a dar dos visiones opuestas de la reunión de Illa con Puigdemont en Bruselas

Illa ve en la reunión con Puigdemont "un buen ejemplo" de que el diálogo es motor de la democracia
Illa ve en la reunión con Puigdemont "un buen ejemplo" de que el diálogo es motor de la democraciaEuropa Press

Carles Puigdemont y su entorno insisten en que la reunión fue un reconocimiento político de su figura como presidente en el exilio. Ciertamente ya no hablan de presidente legítimo y que la reunión se celebrara en la sede del Govern de la Generalitat en Bruselas implica, justo lo contrario de lo que afirma Junts, que Puigdemont fue recibido por el presidente efectivo, y legítimo, de la Generalitat. No fue Salvador Illa a Waterloo como pretendía, sino que fue Puigdemont a la sede de la Generalitat que preside el socialista.

En esto insiste el entorno de Illa, que afirma que «la reunión se ha producido cuando el president lo ha considerado, cuando consideró que era el momento adecuado» –porque la amnistía ya cuenta con el aval del Constitucional aunque el Supremo pone palos a las ruedas– y que el lugar elegido, la Delegación del Govern, fue su decisión. También afirman que el formato del encuentro de ambos a solas fue decisión de Illa. Y otro detalle. Puigdemont aceptó la reunión con Illa –13 meses después de su toma de posesión– aunque siempre ha sido reacio a tener relación con el president y a llegar a acuerdos con el PSC. Cedió y se vio con Illa aunque su aspiración era verse con Sánchez.

El encuentro entre ambos estuvo envuelto de secretismo y ha generado todo tipo de especulaciones. Desde una reunión en primavera con Sánchez en España o en Bruselas, la petición de apoyo de Illa a la Ley Bolaños o el apoyo a los presupuestos de España o de Cataluña, en función de las supuestas versiones. Se ha puesto fecha a la reunión con el presidente del Gobierno, en primavera, lo que es posible porque para entonces el Tribunal Constitucional y el Superior de Justicia de la UE habrán emitido sus fallos. Illa se ha limitado a un tuit, Puigdemont también, aunque sus acólitos se han esmerado en destacar que la reunión llega tarde y que serán exigentes con Sánchez.

Es el mantra de siempre. De cada movimiento político Junts trata de sacar rédito en un momento en el que las encuestas les vaticinan algo muy parecido a un descalabro. Basta recordar el duro lenguaje de Junts en junio con la crisis de Santos Cerdán, «Junts reclama una reunión urgente con Pedro Sánchez para valorar la viabilidad de agotar la legislatura». Corría el 12 de junio. El presidente se reunió cinco días más tarde con Jordi Turull y Míriam Nogueras. La sangre, una vez más, no llegó al río. Pero, a Puigdemont le preocupaba la situación por la ausencia de resultados más allá del ruido. En España porque sus demandas –amnistía total y el catalán en la UE– no acaban de concretarse y en Cataluña donde cada día que pasa su capacidad de influencia se resiente porque los socios prioritarios de Illa son ERC y los Comunes, con el consiguiente malestar de las organizaciones patronales que ven como sus propuestas sobre fiscalidad o la nueva regulación de las energías renovables caen en saco roto por la dejación de funciones de los de Puigdemont, o la ampliación del aeropuerto de El Prat se ralentiza porque solo es el Ejecutivo de Illa el que tira del carro.

Tras el encuentro, Puigdemont convocó a su núcleo duro de forma presencial y al conjunto de la ejecutiva de forma telemática, porque el liderazgo a distancia también empieza a hacer aguas. Además, Illa también anunció que en breve se cerrará el proyecto de reforma del sistema de financiación y Junts no puede quedarse de mero espectador como ha sucedido en la condonación de la deuda autonómica o en el inicio de la negociación presupuestaria en Cataluña donde Illa ya ha aprobado el techo de gasto. No será el último cónclave de los junteros en Bélgica porque están convocados de nuevo todos los diputados –nacionales y autonómicos– y senadores a una nueva cumbre presencial bajo la batuta de Puigdemont.

Junts necesita reinventarse para superar el liderazgo en la distancia de Puigdemont, rede-finir su papel en Cataluña y conseguir objetivos palpables en Madrid, ante la ausencia de resultados concretos de las reuniones en Suiza, mientras espera la vuelta de su líder. La caída del Ejecutivo de Sánchez no es su as en la manga porque la llegada de Feijóo dejaría su situación en posición más delicada. Su objetivo final es revertir las encuestas que pintan un sombrío panorama en Cataluña por la irrupción de Aliança Catalana y porque en Madrid su papel determinante se diluye como un azucarillo.