Tomás Gómez
El tripartito y el diablo
Los candidatos locales van a tener que obviar asuntos de política nacional y emplearse a fondo en sus liderazgos locales
Si todo lo que Sánchez tiene como arma electoral es la defensa de su gestión, tal como dijo en un acto de precampaña este fin de semana, entonces el PSOE tiene un problema más serio de lo que parece, entre otros motivos, porque la guerra abierta entre sus socios de coalición ahoga cualquier discurso reflexivo.
El problema con el que se encuentra el líder socialista, y que en alguna medida ha sido provocado por él mismo, es que el Gobierno ha pasado de ser bicolor a ser un tripartito.
La ruptura entre Díaz e Iglesias tiene repercusiones institucionales graves. Probablemente, los asuntos que quedan pendientes en la legislatura quedarán aparcados porque ninguno de los tres socios de gobierno está dispuesto a darle oxígeno al adversario a un mes y medio de las elecciones municipales y autonómicas y siete meses de las legislativas. Además, Sánchez viene impulsando, desde la moción de investidura de Vox, a Yolanda Díaz frente a Podemos alcanzando dicho apoyo el punto álgido en el proceso de negociación de la reforma de la ley del «sí es solo sí» y la definición de los morados como los socios incómodos frente a la líder de Sumar.
Con este panorama, los candidatos locales van a tener que obviar asuntos de política nacional y emplearse a fondo en sus liderazgos locales, aunque todos son conscientes que la marcha del partido en lo nacional determina unos cuantos puntos en el voto escrutado.
Por su parte, Feijóo ha decidido bajar las expectativas de los resultados de mayo asegurando que el PSOE va a resistir mejor de lo que parece a primera vista. En realidad, está bajando el suflé, el veterano político sabe que quedar por debajo de lo esperado en los sondeos siempre se lee como una derrota y que en unas elecciones municipales, visualizar quién gana y quién pierde es más complicado por los posibles pactos post electorales.
En el PSOE, sin embargo, necesitan justo lo contrario, crear ambiente de que es posible remontar y ganar en las urnas. Veremos en los próximos días guerra de encuestas y el inestimable sondeo del CIS.
Tezanos tiene el enorme mérito de haber destruido la credibilidad del instituto cosa que, lejos de dirigirlo, equivale a «contradirigir» el organismo público. Eso sí, se habrá asegurado una medalla al mérito por sus impagables servicios.
Sondeos aparte, esta vez Sánchez necesitará otro pacto con el diablo, y ya serán dos como mínimo los que ha firmado.
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