Opinión
Vergüenza y enfado
Nuestro futuro pasa por actuar con contundencia ante hechos que nos abochornan. No lo fija la fecha de las elecciones, sino los pasos que demos en un momento crucial
Tras los últimos acontecimientos acaecidos en la política española estas últimas semanas, estos son los sentimientos a los que me he enfrentado, e imagino que seguramente
habrán sido los mismos que la inmensa mayoría de militantes y votantes habrán compartido. Me he sentido profundamente decepcionada ante compañeros de militancia política que, aunque nos separaba una visión legítima de partido y de país, en ningún caso debieron olvidar que estaban representando a un partido con casi 150 años de historia por el que muchos hombres y mujeres dieron su vida en defensa de la libertad, la igualdad y una España más justa para todos. El PSOE como instrumento al servicio de una España mejor.
En sus manos pusimos los militantes la organización de nuestro partido, que está en el corazón de muchos españoles. No es posible que se llegara a valorar el inmenso honor que supone representar estos valores, esta historia y el legado de miles de hombres y mujeres honestas.
Vergüenza, bochorno, estupor ante conductas que no deben tener cabida en la política española y que jamás debemos justificar en las filas de nuestro partido. Jamás –y digo bien, jamás– debían militar en el PSOE. Siempre el mismo patrón ante la corrupción, mayoritariamente machirulos henchidos de poder cuya ostentación los lleva a manifestarlo, no solo con el latrocinio, sino, al mismo tiempo, proyectando en el uso de las mujeres, como objeto sexual, prostitución … No quiero decir con esto que entre las mujeres no encontremos presuntas delincuentes que se aprovechen de lo ajeno o lo público, en absoluto. Pero estarán de acuerdo conmigo en el hecho de que este patrón siempre se repite, hagan memoria. Y hoy que algunos se rasgan las vestiduras, deberían hacer el mismo ejercicio de memoria y quizás todos nos acercaríamos al combate de estas conductas de otra manera y no recurriendo al rechazado ataque del «y tú más», que denostan tanto los ciudadanos. Nadie recuerda jamás los errores propios porque creen más rentable atacar al adversario y olvidan el daño que hacemos a nuestras instituciones y a la propia democracia.
Enfado. Soy consciente del daño humano y político que conllevan este tipo de actitudes. El humano, para quienes han compartido parcelas de trabajo, amistad y militancia. Duele ver a un máximo dirigente de tu partido en actitudes que superan cualquier fantasía cinematográfica de Santiago Segura. Pero el daño político puede ser aún mayor si nuestra respuesta no es adecuada, contundente y tajante.
Nuestros votantes necesitan motivos para recuperar la confianza. Y estamos en condiciones de dárselos y sé que es un sentimiento compartido por el conjunto de la dirección y de la organización. Son muchos los votantes de izquierda que sienten esa necesidad de encontrarse reflejados en nosotros. Y estos días he sentido lo mismo en multitud de alcaldes, alcaldesas, concejales y socialistas de a pie, gente honesta como la inmensa mayoría de quienes se dedican por vocación al noble ejercicio de la política (en todas las fuerzas políticas) y que sufren ante estos acontecimientos. Mientras escribía estas líneas he tenido conocimiento de que una gran alcaldesa, que vivió lo más duro de la DANA, que estuvo al pie del cañón sin abandonar en ningún momento a sus vecinos, aguantando el desahogo y la angustia de quienes lo habían perdido todo, a pesar de que su capacidad y competencias eran menores que su entrega, abandonaba por motivos personales. A veces olvidamos que detrás de cada persona que está en la primera línea de lo local, en instituciones con menos financiación y recursos de los que necesitan, hay un ejercicio de calidad, entrega y generosidad personal incalculable. Quitan horas, esfuerzos y dedicación a sus propias familias y son el mejor reflejo de lo que debe ser la política, pero, al mismo tiempo, sufren en sus carnes los vaivenes del encanallamiento de la política a nivel nacional sin tener ninguna culpa. Son personas honestas, entregadas y con familias que sienten cuanto ellos sufren.
Comparto esta reflexión al calor de la necesidad de recordar que somos el partido que más ha hecho por España. Esto nos ofrece una fortaleza incuestionable en la memoria de los españoles y nuestro futuro pasa por actuar con contundencia ante los hechos que nos avergüenzan a todos. Al mismo tiempo que ponemos las luces largas para que miles de españoles, que no nos han abandonado, sigan confiando en nosotros. No quiero que el PP y Vox gobiernen en nuestro país, y en la mano de los socialistas está que eso no suceda. No lo determinará la fecha de las elecciones, sino los pasos que demos en un momento crucial y difícil para todos nosotros.