
Defensa
Un videojuego llevado a la vida real, así es como se van a entrenar las tropas del Ejército
El Ejército se prepara para modernizar la forma en la que entrenan y lo harán con una simulación de grandísimo rigor para optimizar recursos y recibir una cantidad de datos mucho mayor que con los entrenamientos convencionales

La tecnología siempre ha transformado el mundo, pero la aceleración de procesos vivida en los últimos 80 años constituye el paradigma del perfeccionamiento industrial y digital. Esta realidad se traslada a nuestra vida diaria, en la que durante las últimas tres décadas hemos presenciado revoluciones como la globalización de Internet, la irrupción de los «smartphones» y, finalmente, una inteligencia artificial que impregna todos los rincones del mundo moderno.
En este marco de cambios, la defensa del territorio nacional también se ha visto sacudida por la llegada de tecnologías que antaño podían parecer fruto de una narración de ciencia ficción «pulp». La invasión de Ucrania por parte de Rusia ha constatado este hecho, demostrando que la guerra ha evolucionado irreversiblemente y que las fuerzas armadas deben estar preparadas para este nuevo escenario que altera las dinámicas tradicionales.
Conscientes de ello, desde el Ejército de Tierra han unido fuerzas con la corporación sueca de defensa y seguridad SAAB y la española Tecnobit (perteneciente al grupo Oesía) para incorporar la tecnología GAMER a las maniobras de la tropa. El objetivo es desplegar y explotar táctica y técnicamente los sistemas de simulación de duelo individual y de vehículos bajo un contrato valorado en unos 34 millones de euros.
Esta tecnología supone un ecosistema de entrenamiento en vivo que permite a las unidades militares realizar ejercicios utilizando láseres codificados. Estos simulan la balística y la letalidad del armamento real, lo que elimina la necesidad de munición de guerra durante las maniobras tácticas, pero mantiene el realismo operativo mediante el uso de cartuchos de fogueo y pirotecnia.
De los videojuegos a la realidad: la simulación como forma de adiestramiento
La dicotomía entre realismo y seguridad siempre ha generado tensión en lo referente a las simulaciones militares. La problemática de los ejercicios con munición de fogueo residía en la subjetividad de su ejecución, pues dependían siempre del ojo humano para determinar el resultado de los enfrentamientos. La llegada de los Sistemas de Simulación de Enfrentamiento Táctico ha ido resolviendo esta brecha, aunque se trataba de una tecnología que requería un perfeccionamiento progresivo para subsanar sus carencias.
La tecnología GAMER mitiga los inconvenientes habituales en este tipo de servicios y digitaliza el campo de batalla físico con un doble propósito. Por un lado, solventa las limitaciones de las maniobras con fogueo; por el otro, permite obtener un conocimiento en tiempo real de una ingente cantidad de datos para valorar, a nivel individual, la capacidad de reacción de cada soldado y oficial.
El sistema opera mediante una arquitectura avanzada y compleja. Los combatientes a pie portan un dispositivo de detección personal, compacto y ergonómico, adaptado al soldado moderno. Consta de una matriz de sensores incorporada en chalecos y cascos que cubre la totalidad del cuerpo para garantizar la detección del efectivo y registrar si este es alcanzado por el fuego rival.
Cuando el soldado es alcanzado por los láseres enemigos, una serie de señales acústicas y visuales le informan de si ha resultado herido o muerto; el sistema podría, incluso, bloquear el arma del combatiente para impedirle disparar. Finalmente, implementa un equipo GPS de alta precisión para transmitir la posición y el estado de salud del efectivo en tiempo real al centro de control.
El armamento reglamentario del Ejército de Tierra, como el fusil HK G36E y la ametralladora HK MG4, se adapta con un transmisor que detecta la detonación de los cartuchos de fogueo. Basándose en ello, dispara un láser que impacta contra los sensores de los oponentes. Mediante un complejo sistema de posicionamiento geométrico, el ordenador calcula la caída del proyectil, la deriva del viento y el tiempo de vuelo de la munición real para ofrecer una fidelidad absoluta respecto a cómo funcionaría el arma en un enfrentamiento moderno.
Pese a que el enfoque principal se centra en la infantería, la potencia del sistema radica en su capacidad para integrar vehículos de combate, lo que facilita el adiestramiento de armas combinadas. El Ejército de Tierra emplea el sistema BT46 para sus carros de combate Leopardo 2E y los vehículos de combate de infantería Pizarro. Este simula la balística, el tiempo de vuelo y la curva de los proyectiles de los cañones de ambos blindados; además, reconoce el blindaje del vehículo en cada sector para determinar la capacidad del armamento enemigo de neutralizar o dañar la unidad.
Aplicaciones que redefinen el combate
Todos estos avances resultan sumamente útiles para una multitud de entornos operativos. El más relevante es el combate urbano. Este tipo de sistemas destacan en el enfrentamiento cercano (CQC), ya que los sensores permiten practicar el despeje de habitaciones y edificios, situaciones donde el riesgo de fuego amigo es elevado y la confusión, máxima. Además, el sistema permite simular artillería: si un observador avanzado solicita fuego sobre una coordenada, se despliega un ataque simulado y se analiza el radio de letalidad de los proyectiles para determinar si los soldados en el área logran sobrevivir.
Otro entorno en el que se puede profundizar es el de los escenarios con riesgo nuclear, biológico o químico (NBQ), permitiendo definir zonas virtuales contaminadas y forzando la necesidad de que los soldados se equipen con máscaras o trajes específicos ante dicha amenaza.
Podría parecer que este concepto solo busca la reducción de costes, pero la realidad es que ofrece una información ciclópea al Ejército para aprender sobre sí mismo. Los soldados recibirán una «feedback» mucho más detallado sobre sus aptitudes de combate, lo que permitirá mejorarlas notablemente. La cuestión no se detiene ahí: los altos mandos también podrán recibir esos datos y analizar, en términos cuantitativos y cualitativos, la capacidad ofensiva y defensiva del Ejército de Tierra.
Así, la tecnología vuelve a erigirse como un aliado fundamental para sobreponerse a los vaivenes de la cambiante guerra moderna.
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