Naturaleza

La cascada más alta de Galicia en caída libre: 54 metros de puro vértigo

Se alza como uno de los grandes tesoros naturales de Lugo, con un espectacular salto vertical que cae a los pies del visitante

Seimeira de Vilagocende (Lugo)
Seimeira de Vilagocende (Lugo)Turismo de Galicia

El murmullo del agua se convierte en estruendo al final del sendero. Primero se intuye, después se presiente y, de pronto, la naturaleza desvela su secreto: una columna líquida se desploma desde más de cincuenta metros de altura, estrellándose contra la roca con la fuerza de siglos. Es la Seimeira de Vilagocende, la cascada más alta de Galicia en caída libre, un espectáculo natural que encierra la esencia de esta tierra de ríos y montañas.

Ubicada en el municipio lucense de A Fonsagrada, su nombre remite a las voces tradicionales con las que Galicia bautiza sus cascadas: fervenza, cadoiro, cachón o seimeira, según la comarca. Aquí, en el corazón del valle del río Lamas, se levanta este salto de agua del río Porteliña, que alcanza los 54 metros de altura vertical y que durante años ha disputado con la Fervenza do Toxa, en Silleda, el título de la más imponente de la comunidad.

El nacimiento

El río Porteliña nace en la Serra do Hospital, en un entorno de montes que superan los 1.000 metros de altitud, como el pico Lagoseca. A lo largo de su recorrido, el río va encajonándose en un valle profundo hasta que una fractura geológica lo obliga a precipitarse de golpe en una pared vertical. Esa caída al vacío, que supera con holgura los 50 metros, da forma a uno de los paisajes más espectaculares de Galicia y convierte a la seimeira en el símbolo natural de la comarca.

El camino hacia la cascada forma parte de su encanto. Desde la localidad de Vilagocende, a apenas unos kilómetros de A Fonsagrada, un sendero de algo más de un kilómetro conduce al visitante a través de un bosque autóctono de ribera. Robles, abedules, carballos, alisos y castaños centenarios escoltan al caminante bajo una bóveda verde que apenas deja filtrar la luz. El rumor del agua crece a cada paso hasta transformarse en un rugido ensordecedor, preludio del encuentro final.

Al llegar al pie de la cascada, el viajero se topa con una pasarela de madera que permite aproximarse a la base del salto. Allí, la temperatura desciende bruscamente, el aire se impregna de humedad y una bruma ligera refresca la piel incluso en los días más calurosos del verano. Es un escenario de cuento, donde la fuerza del agua convive con la serenidad del bosque. No es extraño que muchos excursionistas describan la experiencia como un viaje al corazón más puro y salvaje de Galicia.

Patrimonio natural

La Seimeira de Vilagocende es también un ejemplo del esfuerzo del concello por poner en valor su patrimonio natural. Con la instalación de pasarelas, paneles informativos y accesos señalizados, el lugar se ha convertido en un referente turístico de la montaña lucense, sin perder su esencia de enclave casi secreto. La ruta, de baja dificultad, resulta perfecta para familias, senderistas ocasionales y viajeros que buscan un contacto directo con la naturaleza.

Más allá de su espectacularidad paisajística, la fervenza forma parte de un ecosistema rico y diverso. La sombra de los árboles, la humedad constante y la pureza del agua crean un microclima que favorece la presencia de helechos, musgos y líquenes, auténticos guardianes verdes de este rincón. La fauna tampoco falta: aves, insectos y pequeños mamíferos encuentran en este entorno un hábitat propicio, lo que convierte la visita en una experiencia completa para los amantes del ecoturismo.

De este modo, visitar la Seimeira de Vilagocende va más allá de contemplar una caída de agua majestuosa. Supone sumergirse en la Galicia interior, en esa geografía de montes y valles donde el agua y la piedra se entrelazan para crear imágenes difíciles de olvidar.