¿La Coca-cola sabe diferente dependiendo del envase?

En esos días de verano nada apetece más que una Coca-Cola fría... pero en botella de vidrio. Esta es la creencia popular entre los consumidores de la bebida, y de hecho, hay varias teorías sobre el por qué de esta percepción.

Una de las posibles explicaciones es que el vidrio es un material inodoro y carece de sabor propio. Es decir, el vidrio mantiene el gusto de los alimentos neutro porque no puede traspasar ningún otro, lo que ayuda a mantener el sabor original de la bebida.

El plástico y la lata si que generan cambios en el sabor. En el caso del envase de plástico, esto se debe a que el material se fabrica con un químico llamado etanal o acetaldehído cuyo sabor característico es ligeramente afrutado. En consecuencia, una Coca-Cola de plástico es más dulce que en cualquier otra presentación. El caso de la lata es el contrario, ya que el polímero en su interior absorbe ligeramente el dulzor del refresco. Además, el metal si que tiene un sabor específico que puede llegar a transferirse en el refresco.

Otra razón detrás de la preferencia del vidrio es que es un material hermético que no permite la entrada del aire preservando de mejor manera las burbujas generadas por el carbono, de ahí que la efervescencia sea más intensa en la Coca-Cola envasada en vidrio. Está, por ejemplo, es otra gran diferencia con la botella de plástico que tiene escapes y pierde el carbono muchísimo más rápido y definitivamente, no hay nada peor que una Coca-Cola sin gas.

Sin embargo, también puede resumirse a la nostalgia. El envase original era de vidrio y es ese el que evoca la juventud de muchísimas personas por lo que también existe una asociación positiva que puede alterar nuestra percepción del sabor.