La sopa de pollo puede ser un aliado beneficioso en el tratamiento de enfermedades respiratorias

Cuando llega el frío, la sopa de pollo se erige como un remedio tradicional para hacer frente a las enfermedades respiratorias, según un reciente análisis que combina la sabiduría cultural con la evidencia científica. Aunque la sopa no puede curar por completo las afecciones respiratorias, hay indicios de que podría aliviar significativamente los síntomas asociados.

Hay una creencia arraigada en la cultura popular sobre la eficacia de la sopa, particularmente la de pollo, para combatir resfriados, y es que mientras que la sopa no puede erradicar los patógenos responsables de estas enfermedades, sí puede tener un impacto positivo al suavizar los síntomas.

Dos elementos son la hidratación y la temperatura. La sopa, al contribuir a la hidratación del cuerpo, se presenta como una opción interesante para aliviar el dolor de garganta y la congestión nasal. Además, la temperatura templada de la sopa puede ayudar a mantener el calor corporal, lo que se recomienda comúnmente en el tratamiento de enfermedades respiratorias.

A pesar de la falta de evidencia concluyente, hay un consenso creciente entre los expertos de la salud sobre los beneficios reales de la sopa, especialmente la de pollo. Se resaltan nutrientes esenciales presentes en esta sopa, como proteínas magras, vitamina B, hierro y zinc, que podrían desempeñar un papel importante en el proceso de recuperación.

La sopa de pollo se muestra efectiva para mantener la hidratación, aliviar la congestión nasal y reducir la inflamación de las vías respiratorias, siendo incluso catalogada como más eficaz que el agua caliente para aflojar la mucosidad. La combinación de la tradición cultural y la evidencia científica posiciona a la sopa de pollo como un recurso valioso en la lucha contra las afecciones invernales.