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La venganza del Príncipe Carlos: deja a Enrique sin su sueldo millonario

Los Duques de Sussex han renunciado a su porción del «arca real», el 5% de sus ingresos. furioso, el duque de gales amenaza con dejar a su hijo sin su parte del ducado de Cornualles, el 95% restante.

En momentos de crisis a los británicos les viene la inspiración. A la salida del Reino Unido de la UE la llamaron «Brexit» y ahora han hecho lo propio ante la estampida de Enrique y Meghan, a la que han bautizado como «Sussexit». Aunque lo cierto es que la terminología ha derivado más hacia un «Megxit». La llegada de la norteamericana a Buckingham se presentó como un aire fresco al encorsetado protocolo de palacio. La boda de la pareja en mayo de 2018 fue un filón y el hecho de que la novia fuera divorciada y de madre afroamericana era interpretada como algo positivo para modernizar la casa real. Pero parece que el papel de princesa le ha quedado grande. No se pueden comparar los focos a los que estaba acostumbrada como actriz a la presión mediática que supone la corona. Tampoco ha podido digerir la neutralidad de la monarquía. Ella no quería ser una «mujer sin voz», pero cada vez que manifestaba sus opiniones era criticada. Por otra parte, desde el principio su modelo a seguir han sido más los Obama (y la «marca» que estos han creado al abandonar la Casa Blanca) que la propia reina Isabel II.

Las críticas no son nuevas. Meghan ha estado en el ojo del huracán desde el primer minuto. La boda ya estuvo rodeada de polémica por la ausencia de su padre, el supuesto rifirrafe que tuvo con la monarca al elegir la tiara y la discusión con su cuñada Kate por una prueba de vestido de las damas de honor donde estaba la pequeña Carlota. Las malas lenguas dicen que la duquesa de Cambridge salió llorando. Parece que nunca existió química. Los diarios culpan también a Meghan del distanciamiento de su marido con su hermano. Los príncipes Enrique y Guillermo eran hasta ahora uña y carne, pero la llegada de Meghan lo cambió todo. Dicen que el recibimiento por parte de Guillermo no fue todo lo cordial que se esperaba.

Tierra de por medio

Tras soltar el bombazo, la que fuera actriz ha puesto tierra de por medio. El jueves por la noche se escapó a Canadá, donde los duques de Sussex pasaron las Navidades. Es un país muy especial para ella, ya que estuvo varios años viviendo allí durante su época como intérprete en la exitosa serie «Suits». La pareja había comunicado ya su deseo de tener un «nuevo papel» dentro de «The Firm» (como se conoce a la familia real). Siempre han querido preservar su privacidad, sobre todo, desde la llegada de su hijo Archie, que en mayo cumplirá un año. No obstante, nada se había cerrado, por lo que el anuncio pilló a todos por sorpresa. Tanto Isabel II como sus herederos, el príncipe Carlos y Guillermo, se muestran «dolidos» y «decepcionados» por la forma en la que se han desarrollado los acontecimientos. Los duques de Sussex comunicaron el miércoles su decisión a través de Instagram y dieron apenas diez minutos a palacio para digerir la noticia. Las formas han generado cantidad de críticas. Primero, porque se plantean numerosas incógnitas. La casa real nunca habría anunciado una noticia de tal calibre sin tener antes todo atado. Segundo, porque existen incoherencias. No tiene sentido que la página web que han creado para esta nueva etapa se llame, precisamente, «sussexroyal.com». Su intención es vivir entre el Reino Unido y Norteamérica y ser económicamente independientes. Pero, al mismo tiempo, quieren seguir representando a la corona y mantener sus títulos. La ecuación, por tanto, es complicada. Isabel II ya ha puesto toda la maquinaria a funcionar para encontrar una solución por la vida rápida. Se podrían anunciar los detalles la próxima semana porque en palacio nunca ha gustado dar imagen de incertidumbre. Los medios aseguran que Enrique pidió reunirse con su abuela, pero los asesores de la monarca consideraron que no sería conveniente, ya que el príncipe podría ir por la vía emocional para conseguir concesiones de la soberana. Al cierre de esta edición, todo parecía indicar que Enrique mantendrá su puesto como sexto en la línea de sucesión al trono y tanto él como su esposa mantendrán el ducado de Sussex. Pero el gran problema viene con la financiación. Actualmente, el cinco por ciento de los gastos de la oficina de la pareja van a cuenta del llamado «Sovereign Grant» (el arca real de la que cobran todos los miembros de la familia que representan a Isabel II). Meghan y Enrique comunicaron que renuncian a esta partida. Aunque no está aclarado si lo hacen también a la fortuna privada de más de mil millones de euros procedente del ducado de Cornualles que gestiona Carlos, quien se ocupa del 95 por ciento. Solo el año pasado, el príncipe de Gales dio a sus dos hijos cerca de cinco millones de euros de este fondo. Bien es cierto que no se reparte a partes iguales, ya que su hijo mayor, Guillermo, tiene más presencia por ser el segundo en la línea de sucesión. En cualquier caso, Enrique y Meghan no se quedan «huérfanos».

Aunque es tal el disgusto que Carlos tiene con él que podría dejarle ahora sin esta partida. Asimismo, está la cuestión de seguridad. La pareja asume que conservarán la protección actual de los agentes de Scotland Yard, a cargo del contribuyente británico. Y el hecho de que ahora vayan a pasar gran parte del año fuera del Reino Unido incrementará aún más el gasto. Por cierto, su residencia en suelo británico (renovada el año pasado con más de tres millones de libras de las arcas públicas) seguirá siendo la casa propiedad de Isabel II. Está por ver si ahora deberán pagar o no «alquiler». El problema es que aunque los duques de Sussex quieren ser económicamente independientes, si al mismo tiempo desean seguir representando a la corona no pueden estar involucrados en ninguna actividad comercial para evitar conflicto de intereses. Sin embargo, la pareja no está falta de ahorros. Enrique heredó unos 25 millones de euros de Diana y otros 9 de su abuela, la reina madre. Y Meghan cosechó unos cinco millones en su participación en «Suits». De momento, tan solo han anunciado que en esta nueva etapa crearán una ONG para seguir centrados en sus labores humanitarias. Desde luego, lo que en Palacio no quieren es que la pareja esté ahora asociada a Hollywood. Para Isabel II el compromiso con la corona es vitalicio. De ahí que la decisión de su nieto haya supuesto una auténtica «decepción».