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Escoltas para evitar robos de joyas en los Premios Goya

Valoradas en miles de euros, las actrices apuestan por ellas para completar sus looks

Blanca Suarez, en la gala de entrega de los premios Goya.
Blanca Suarez, en la gala de entrega de los premios Goya.larazonfreemarker.core.DefaultToExpression$EmptyStringAndSequenceAndHash@14f05763

Las joyas y el cine siempre se han llevado muy bien. Todos conocemos la pasión que tenía Elizabeth Taylor por ellas y cuentan que, ya en nuestro país, la colección de Sara Montiel o Lina Morgan eran muy destacables. Pero pese a este vínculo que los diamantes, los rubíes o el oro tienen con el séptimo arte, poco de eso se suele ver en la alfombra roja de los Premios Goya.

Las actrices españolas en su mayoría suelen optar por piezas discretas, aunque, en las últimas ediciones, hemos empezado a ver cada vez más creaciones espectaculares en los cuellos de las protagonistas. Laia Marull (con permiso de Mari Carrillo) abrió la veda en 2004 con un espectacular collar Masai de la línea de alta costura de Christian Dior que tapaba su generoso escote. A ella le siguió en 2011 María Valverde con una gargantilla Art Decó de Bulgari. De hecho, esta firma italiana es en parte responsable del éxito que empiezan a tener las piedras y metales preciosos en la noche más importante del cine español.

Hasta Madrid traen parte de su archivo histórico, verdaderos tesoros con décadas de antigüedad que han conseguido cautivar a más de una esa velada. Las españolas Bárcena (con sus joyas vintage), Suárez, Tous o las ya emblemáticas Cartier y Tiffany & Co. suelen ser también otros de los nombres más repetidos sobre la alfombra roja. “La joya debe acompañar y no eclipsar a quien la lleva”, asegura Ernesto Gutiérrez, director de Bárcena. “Se trata de que brille el conjunto y que todo conforme un total look maravilloso”.

Los hombres empiezan a jugar también a este juego y cada vez más cuidan detalles como los gemelos, el reloj o algún que otro llamativo broche o brazalete. A Quim Gutiérrez es habitual verle con una pieza de Bárcena y Aldo Comas completó su esmoquin de Avellaneda en 2017 con un impresionante broche en forma de alacrán de la firma Rabat.

Las cifras de estas joyas, como por ejemplo los diseños vintage de Bulgari, son en muchos casos incalculables y conllevan gran responsabilidad. Varias firmas incluyen a un miembro de su equipo de seguridad para que acompañe a las actrices, algo que suele sorprender pero que es común en otras citas del cine, como en el Festival de Cannes, donde es normal ver a los “guardajoyas” de la firma Chopard. A veces, si el valor de la pieza no es muy astronómico (y hablamos de muchos ceros) y no se quiere hacer sentir a la estrella que está “bajo vigilancia”, el guardaespaldas puede ser sustituido por una persona del departamento de comunicación, que no le quitará el ojo de manera muy discreta.

Para minimizar riesgos, además, estas piezas suelen durar lo justo en el cuerpo de las actrices. Como se dice en el argot, “duermen en la caja fuerte”, así que después de la gala se suelen recoger y guardar para evitar cualquier problema, como el robo que sucedió tras la gala en el año 2017. Pero incluso esto sucede en las mejores familias: en 2015 a Lupita Nyong’o le sustrajeron su vestido de Calvin Klein formado por 6.000 perlas y valorado en 150.000 euros.

Un robo de cine en los Premios Goya

Tras la gala de los Goya de 2017, se conoció el robo de joyas de la firma Suárez por un valor de 30.000 euros. Se trataba de una sortija, cuatro juegos de gemelos, otro juego de pendientes y un reloj que estaban en una caja en una de las salas que tenía a su disposición en el hotel la Academia de Cine. Un técnico de sonido se entregó días después.