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La Campos retrasa su vuelta a la TV por el coronavirus

Pasa la cuarentena sola a la espera de su regreso televisivo

María Teresa Campos
María Teresa Camposlarazon

Confinada como todos siguiendo la regla de lo recomendado y necesario por el bien general , hasta fastidiada al hacerlo Teresa recomendó que no fuese a verla como deseosa le anunciaba su nieta Carmencita, hija de la hoy estupenda y muy televisiva CarmenBorrego que tras muchos años dirigiendo y sin ganas de asomarse a la pantalla, parece haber igualado , opacado o acaso superado a su hermana Terelu.

Actúa con mas proximidad sin los profesionales resabios fraternos. Una saga de figuras donde ya se vislumbra a su nieta Alejandra como nuevo nombre. Promete, tiene planta, apunta condiciones sin parecerse mas allá del físico a nadie de su popular “family”. Sin acordarse que Bigote escapó a Panamá cobardemente sin adiós ni darle ninguna explicación justificadora del ahí te quedas tras casi seis años juntos – y Teresa tirando de cartera–, la Campos lamenta doblemente esta crisis que podría demorar su esperado regreso televisivo. Latoso compás de espera. Ausente hace ya casi dos años, se la añora y no hay repuesto capaz de comunicar con naturalidad, muy de tú a tú, como ella lo hizo durante miles de mañanas. Dejó recuerdo imborrable, de ahí que rebatiendo a José Luis de Vilallonga la nostalgia no sea un error. Tiene mala suerte con sus negociaciones que padecen un nuevo parón propiciado por la pandemia. Lo suyo, como el cielo, puede esperar. Fue salvando distancias el caso de Rosa María Mateu. Pero kla Campos no desespera, aunque no le faltan motivos, deseando reincorporarse a lo que es su vida, a ello dedicó la suya en programas batidores de audiencia con una personalidad única . Ella incorporó la política a las tertulias políticas conmocionando con algo ahora habitual. Aportó siendo criticada fuerte contraste a lo dulzón y hoy manido de algunos competidores. Creó escuela con igual dominio, conocimiento y opinión conque hacía distinto “el corazón” . Supo dividirse con igual maestría enfocando y jugando hábilmente, siempre manteniendo– con aquel pelo corto escasamente favorecedor o la mas resultona y mechada melena actual- en ambas temáticas su cordial, comprensiva y tranquilizadora sonrisa única. Ahora la necesitaríamos, ay, maldito encierro.