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Las vacaciones pre-Covid de Josema Yuste: “El año que le perdí el miedo a navegar”
"Desde entonces, mi verano ha cambiado, pese a que llevo yendo a Menorca desde el año 1982", confiesa el humorista
«Recuerdo a la perfección aquel día. Es agosto de hace tres años y estoy subiendo al barco de mi amigo Charly, rumbo a una cala de Menorca y ¡el agua estaba a 26 grados! (risas)», resume el cómico, actor y presentador mientras no para de reírse «¿Te preguntarás por qué te doy esta foto tan sosa como representativa del mejor verano de mi vida? ¡Pregúntamelo!», me increpa entre carcajadas, al tiempo que se responde él solo: «Pues porque aquel año todos mis amigos se confabularon para lograr que me subiera a un barco. El mar me encanta, pero no soy nada marinero. Me da muchísimo respeto. Además, me aterra la naturaleza y los fenómenos naturales. Me dejas solo en un bosque, en medio de una tormenta y me muero de miedo. No sé ni lo que haría... Pero aquella mañana, por fin, lo lograron. Yo he montado en cruceros o barcos muy grandes, pero cuanto más pequeña es la embarcación, más me aterra. Incluso los patinetes de playa me dan pánico», explica mientras deja en su regazo el libreto de «Sé infiel y no mires con quién» –el exitazo de Pedro Osinaga en los 70 que hizo reír a toda una generación–, porque está dándole el último repaso antes de su reestreno el 1 de agosto en el Puerto de Santa María, «en un precioso teatro al aire libre», aclara mientras nos cuenta que la obra volverá al Teatro Amaya el 1 de octubre, después de que la pandemia les obligara a cancelar todas las representaciones.
Al instante, retoma el relato: «No sólo consiguieron que me subiera al barco sino que, desde entonces, soy capaz de montarme con frecuencia e ir con todos mis amigos –unos son de Donostia, otros de Palma, otros de la Coruña....– a la cala que hemos bautizado como Charly, porque él la descubrió. Es pequeña, va muy poca gente, tiene poca profundidad y es muy bonita».
Mejillones y filetes rusos
Asegura que allí no hay chiringuitos por lo que «cada pareja lleva una vianda: latas de mejillones, botes de anchoas, filetes rusos, tortilla de patata, ensaladillas... ¡y nos lo pasamos fenomenal! Todo este rollo para contarte que aquel fue el año que le perdí el miedo a navegar y desde entonces, mi verano ha cambiado, pese a que llevo yendo a Menorca desde el año 1982», resume el actor y director de Nearco Producciones, que acaba de presentar un proyecto para una serie de humor a una gran plataforma , «crucemos los dedos», nos dice mientras evoca otro verano importante para él, pero «desgraciadamente de aquel no tengo foto (pone voz de Vincent Price): Yo tenía 18 años y mi compañero de clase, Nacho, me invitó a pasar quince días de agosto en Málaga... ¡en un castillo! (risas). Te lo juro, en la misma ciudad, arriba de una montaña. Yo no había visto nada igual más que en películas. Con sus armaduras, sus tapices... ¡y su puñetero fantasma! Lo juro (más risas). Nada más llegar, su padre muy solemne me anunció: ‘‘Tranquilo, que el fantasma está controlado. Es bueno. Te lo puedes encontrar pero no te hará nada'‘. ¡Y me lo decía a mí! ¡Al mismo que te acaba de confesar que es un miedica! Menos mal que mi amigo y yo dormíamos en la misma habitación, si no, aquel verano muero. Me aterra quedarme solo en casa, la oscuridad, el crujido de la madera... Eso sí, me dejas en la calle, sin cartera, y encuentro curro antes de que acabe el día, pero soy un cagón. Qué le voy a hacer», concluye mientras sigue sonriendo.
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