Además de capitalizar su usufructo para tener la propiedad de Cantora, Isabel Pantoja consiguió hacerse con otros bienes de Paquirri que, con el tiempo, acabaría vendiendo a los Vilariño. De este modo, la tonadillera a quién el torero negaba expresamente convertirse en administradora o propietaria de la fortuna legada a su hijo Kiko, acabó convirtiéndose en la máxima beneficiada de su herencia.
Si ayer les contábamos en exclusiva como Isabel Pantoja había accedido a la propiedad de “El Guatito”, la última finca que compró el torero, tras desvalijar la caja fuerte del despacho de Paquirri, hoy les desvelamos el rocambolesco cambio de manos de “La Garza”, una finca que generaría a Isabel Pantoja cerca de 220 millones de pesetas y que era propiedad de Carmina.
Esta “haza de tierra”, de apenas treinta hectáreas, que el torero regaló a su primera esposa, Carmen Ordóñez, la vendería su viuda estando aún a nombre de “la divina”, a su gran amiga Encarna Sánchez. Hoy, la propiedad de esta pequeña dehesa pertenece a Ángel Vilariño que la adquirió, tras tenerla arrendada durante más de veinte años, a la heredera universal de la locutora: Clara Súñer.
“La Garza”, la finca de Carmina
Según figura en el Registro de la Propiedad de Medina Sidonia, la finca 5512, “que se conoce por el nombre de La Garza, también por La Calatrava” es una “haza de tierra de secano a cereal” que pertenece a Carmen Ordóñez desde 1975.
Sobre su extensión existen dudas ya que en el Catastro de Rústica figuran 37 hectáreas, mientras que según el título y el Registro no supera las 29 hectáreas. De lo que no hay duda es que, en el mencionado organismo público, aún era la titular de esta propiedad Doña Carmen Ordóñez González, cuando la finca cambió de propietarios. Esto no impidió que la finca pasara de manos en manos; de las de su primera esposa a las de la viuda del torero y, de las de ésta, a las de Encarna Sánchez antes de que se convirtiera en su dueño, Don Ángel Vilariño.
Carmina fue desde el 11 de noviembre de 1975, tal y consta en el registro de la propiedad de Medina Sidonia, la propietaria al 100 % de esta pequeña finca. Cuentan personas cercanas a la Divina que se la regaló Paquirri, cuando ya había nacido su primogénito, Francisco Rivera Ordóñez, unos años después de su boda. Al estar casados en gananciales y no haberlos liquidados al divorciarse, la finca acabó formando parte de la masa hereditaria del testamento de Paquirri.
La propiedad está situada en la carretera comarcal 343 de Medina Sidonia a Barbate, en lo que se conoce como el pago de Algarejo. La finca de la hija de Antonio Ordóñez, sería otorgada en el reparto de la herencia de Paquirri a Isabel Pantoja con un cometido: que sirviera para hacer frente a los pagos de testamentaría.
Por tanto, la mencionada finca es la única propiedad que acabaría legando el torero a la tonadillera con el fin de cubrir los gastos pudiera originar el testamento. Pero ninguno de estos bienes podrían ser vendidos hasta la mayoría de edad del menor de sus hijos. Isabel no respetó esta cláusula del testamento y aunque la venta no se inscribe en el Registro, y la finca continuaría a nombre de Carmina Ordóñez, se la vende a Encarna cuando su hijo Kiko tiene 10 años. La venta se produce en una fecha muy especial: el día de San Valentín de 1994.
“La Garza” acaba en manos de Encarna Sánchez, el 14 de febrero de 1994, día de los enamorados
El día de los enamorados es el día elegido para firmar la escritura de compraventa entre las dos íntimas amigas. La locutora pagó oficialmente 20 millones de pesetas de entonces a Isabel Pantoja por esta finca que procedía de la herencia que dejó su marido, el torero Francisco Rivera “Paquirri”, tras su muerte. A la hora de firmar la escritura, Isabel Pantoja afirmaba que había recibido este dinero por anticipado.
Sin embargo, el biógrafo de Encarna Sánchez, Julián Fernández Cruz, quién tuvo acceso a documentación de la locutora y al testimonio de personas de su confianza me asegura que “Encarna pagó 70 millones de pesetas por ella. Le dio un cheque de 50 millones y el resto, en efectivo”. Además, según consta en el acta notarial, “todos los gastos, impuestos y arbitrios que origine esta escritura serán satisfechos íntegramente por la sociedad compradora sin excepción alguna”.
Si fueron 20 o 70 millones nunca se podrá demostrar pero sí otras cuestiones que se recogen en el documento notarial que obra en poder de LA RAZÓN, y que nos facilitó el escritor. La compraventa de la finca “La Garza”, en la que vende Isabel Pantoja y compra una empresa de Encarna Sánchez, de nombre Stilo Tridimensional S.L.,tiene lugar el 14 de febrero de 1994 ante el notario de Madrid, Jaime García Rosado y García.
En la notaria por San Valentín
Aquel día de San Valentín, las dos mujeres acuden a la notaría madrileña. Isabel está feliz. A pesar de que, en teoría, se desprende de una propiedad, en realidad, sabe que será un regalo muy especial para ella.
Pero según se desprende del documento al que hemos tenido acceso, algo preocupa especialmente al notario: la finca está a nombre de Carmina Ordóñez. El notario advierte expresamente a la compradora que la finca está pendiente de inscripción, “por lo que yo, el Notario, asesoro convenientemente de la circunstancia indicada a la representante de la Sociedad compradora, dándose ésta por enterada e insistiendo en este otorgamiento”.
En la escritura se señala que “la compradora expresa su voluntad de prescindir de la información registral, por su conocimiento de la situación registral de la finca”. Y si todo ello no deja de sorprendernos, aún más sorprendente es que el propio notario dude de la autenticidad de la escritura cuando advierte a Encarna expresamente “que prevalece sobre las manifestaciones de la parte vendedora, la situación registral existente con anterioridad a la presentación en el Registro de la Propiedad de la copia auténtica de esta escritura”.
Las intenciones de Encarna con respecto a La Garza: construir un cortijo nuevo para Isabel Pantoja
Isabel había hecho un negocio redondo vendiendo a su íntima amiga una finca que, al no estar inscrita a su nombre, no iba a figurar los ingresos millonarios que había percibido por su venta. La finca seguiría a nombre de Carmina y no figuraría su venta más allá del documento privado que acaban de dejar firmado en la notaría. Además, Isabel sabía que tras la construcción del lujoso cortijo, esa propiedad iba a ser suya.
La locutora, a quién Isabel insistía en que Cantora le traía trágicos recuerdos que no le permitían disfrutarla, estaba dispuesta a todo por hacer recuperar la sonrisa a Isabel y le había prometido que el nuevo cortijo sería para ella. Así, Isabel revalorizaba una propiedad que, más pronto que tarde iba a ser suya por el acuerdo al que había llegado con su gran amiga. Además a la locutora ya le habían diagnosticado un cáncer. Era por tanto un regalo especial de Encarna a Isabel que simbólicamente se materializó el día de los enamorados.
Antes de esa fecha, el 14 de febrero de 1994, la locutora encargó el proyecto para la construcción de una gran cortijo de 700 metros dentro de la finca “La Garza” al arquitecto Luis González López de Carrizosa.
La locutora solicitó en 1993 al Colegio Oficial de Arquitectos de Andalucía Occidental, los permisos para la construcción de una vivienda de dos plantas y sótano. El presupuesto inicial era de 51.083.000 pesetas, sin contar con los honorarios profesionales que sumaban otros 6.640.790 pesetas. Todas estas cantidades no reflejaban el IVA, que iba a ser facturado aparte a la constructora.
Pero finalmente la casa no se construye. El motivo fue la portada que protagonizó Isabel Pantoja junto a María del Monte disfrutando de un día de playa en Zahara de los Atunes, que se publicó en mayo de 1995. Encarna, gravemente enferma de cáncer, estaba en Marbella, en “La Gaviota”, la fabulosa mansión que hoy es propiedad de Antonio Banderas.
La heredera universal de Encarna Sánchez vende La Garza a los que eran arrendatarios, los Vilariño
Finalmente, “La Garza” es heredada por Juana María del Pilar Cebrián Morenilla, más conocida por su nombre artístico, Clara Súñer, que se convirtió en la heredera universal de la gran fortuna de Encarna Sánchez. Ella, que había sido la íntima amiga de la locutora mucho antes de que Isabel Pantoja apareciera en su vida, figuraba como su heredera universal en virtud de un testamento que la locutora realizó en 1970 y que nunca cambió oficialmente. Encarna falleció el Viernes Santo de 1996 sin redactar un nuevo testamento para sorpresa y decepción de muchos a los que, en vida, prometió algunas de sus propiedades.
“Cuando Encarna debe partir a México por el exilio obligado, la madre de la locutora vivía cerca de Clara Suñer y le pidió que cuidara de ella”, asegura Fernández Cruz, biógrafo de la locutora. “El testamento lo deja claro y yo hablé en su día con los testigos presenciales que me lo comentaron al venderse esa casa. Encarna pensó que el testamento ya no tenía validez y, además, Clara Suñer jamás asistió a la madre, pues se cuidó de ello el hermano de la locutora”.
Esto le permitió quedarse con el ingente patrimonio inmobiliario de la periodista: una casa en La Moraleja, un piso en la madrileña calle O’Donnell, la finca La Garza de Medina Sidonia, un chalet en Marbella, un restaurante, dos apartamentos más un local comercial en la costa malagueña, y varias cuentas en Suiza, esquilmadas por los colaboradores más cercanos de Encarna.
Cuando Súñer quiso hacerse cargo de la propiedad de la finca descubre que está arrendada por Isabel Pantoja, a pesar de que no es la propietaria, a los ganaderos Vilariño Fontecuba, a los cuales les queda aún unos años de contrato. Concretamente, y según contrato, 16 años. A pesar de ello, la tonadillera cobró la totalidad de los arrendamientos de esta finca desde 1992 hasta 2013.
Isabel no sólo ocultó a Encarna que la finca estaba arrendada a los Vilariño sino que, durante todos los años que fue propiedad de su íntima amiga, se embolsó las rentas de esta finca, incluso cuando tras la muerte de la locutora la finca pasó a manos de su única heredera, Clara Súñer. En total durante los años que estuvo arrendada La Garza a los Vilariño, desde 1992 a 2013, Isabel Pantoja cobró más de 1.200.000 euros. Esta es la cantidad resultante de multiplicar 21 por los cerca de 60.000 euros que suponía anualmente el alquiler de la finca que aún sigue a nombre de la difunta Carmen Ordóñez.
En el próximo artículo, David Vilariño nos confirma cuánto y quién cobraba las rentas de las tierras que fueron de Paquirri y arrendaba Isabel Pantoja a estos ganaderos, a pesar de que la propiedad de estas no era sólo suya y en el caso de La Garza, la finca ya había sido adquirida por Encarna Sánchez. A la locutora y al notario que dio fe de la compraventa les engañó negando que la finca tuviera arrendatarios y perjudicando los intereses de la temida locutora. Si engañó a Encarna Sánchez, ¿pudo hacer lo mismo con su único hijo biológico?