Entrevista
Julián Contreras Jr: “No tengo relación con mis hermanos, pero estaré aquí cuando lo necesiten”
Hijo de Carmen Ordóñez y hermano de Francisco y Cayetano, cree que se le ha tratado injustamente -«a ellos se lo ponen fácil pero a mí no»- y arrastra una etiqueta de la que no se deshace: ser un «personaje del corazón»
La fama le vino dada. Con Carmen Ordóñez como madre era difícil que no fuera así. Nació y creció entre fotógrafos sin entender muy bien qué pintaba en todo aquello. Con los años, la cosa cambió y lo que inicialmente era desconcertante por desconocido pasó a gustarle hasta el punto de intentar labrarse un futuro en los medios de comunicación. Primero como invitado y después explorando otras vías. Pero no cuajó. Dice que le han cerrado las puertas del sector audiovisual por ser famoso. Y que por eso lleva más de dos años sin conceder una entrevista. Mientras sus hermanos son respetados y admirados, él trabaja en un bingo y se pregunta en qué falló.
-¿Cómo estás?
-Confundido, porque no sé lo que he hecho, no sé en qué momento mis pasos me han llevado a un punto en el que, en los medios, me he convertido en un personaje que es más útil y rentable cuando se le sacude.
-¿Sacude? ¿Por qué?
-No lo sé. Hay un punto de inflexión, creo que a lo mejor es cuando yo desconecto y dejo de participar activamente en medios. Lo hice hace dos años y medio, cuando me di cuenta de que dentro del sector me consideraban un «personaje del corazón», y eso me ha perjudicado profundamente. Se me han cerrado las puertas en el mundo audiovisual. He intentado varias cosas que no me han salido por eso.
-Empezó a salir en los medios precisamente por ser un personaje de corazón...
-Empecé mucho antes de que fuese voluntario. Pero mi fama no es por mí ni por mi profesión. Es por mi familia y mis apellidos. Lo mío fue un poco heredado.
-Pero lo hiciste.
-He hecho cosas en situaciones en las que necesitaba hacer eso, por dinero. Pero insisto en que dejé de hacerlo cuando me di cuenta de que me perjudicaba. De hecho, ahora, que quizá es cuando más dinero necesito, estoy diciendo que no a ciertas propuestas porque no me compensa. Si lo hago, no voy a romper nunca con ese estigma que me persigue.
-¿Y por qué habla para LA RAZÓN?
-Porque quiero explicar cómo estoy viviendo esta situación que considero injusta. A pesar de llevar más de dos años callado, se siguen publicando cosas sobre mí muy negativas: que a ver cuánto tardo en subirme al carro del tema de mis hermanos con Pantoja, que seguro que lo hago por dinero... Tampoco sé a quién afecta que yo gane dinero o no cuando es una industria privada. Pero a los demás no se les castiga y a mí sí. Que lo haga yo está mal visto.
-¿Tanto te afecta lo que se publique de ti?
-Me afectan las consecuencias, porque solo se hace un recopilatorio de cosas negativas. Mis historias no están bien contadas. Y ahora, con esta polémica, se está vendiendo que me he posicionado por un texto que colgué en mi Instagram en el que decía claramente que no me iba a posicionar. No puedo entender cómo no posicionarte es posicionarte.
-¿No quieres subirte más a ese carro entonces?
-Nunca he tenido intención de subirme a ningún carro. He contado episodios de mi vida, que muchos de ellos ojalá no hubiesen ocurrido, pero lo he hecho desde la verdad. Fueron retribuidos, sí, ¿qué tiene de malo? Dejé de hacerlo porque me cerraba puertas, como te decía. Escribir, un espacio en radio o en televisión, formatos nuevos... Eso es lo que me interesa. Y esas puertas siguen cerradas porque si lo hago yo, les ensucia tenerme, por lo visto. Es difícil cuando nadie valora lo que haces. Se me anula. Veo que a otras personas de mi familia no les pasa.
-¿Te refieres a Francisco?
-Es un ejemplo. Mi hermano Francisco tiene un espacio en un programa de televisión cuando siempre se ha llevado mal con la prensa, y eso lo sabe todo el mundo. A pesar de lustros de pésima relación, ahí está. ¿Por qué a mí no se me puede dar esa oportunidad? No he sido el único en hablar de mi vida privada en los medios, pero en mi caso está mal visto y con mis hermanos, y otras personas en circunstancias similares, no. Me pregunto hasta qué punto es una cuestión familiar.
-¿En qué sentido?
-Es cierto que hablé de una serie de cosas que me habían ocurrido con ellos, desencuentros que tuvimos. Pero hablé de hechos y de mis sentimientos. De mi vida. Jamás he hablado mal de ellos, de sus vidas privadas. Me alegro de que a los dos les vaya tan bien y siempre me alegraré. Lo que no entiendo es por qué a ellos se lo ponen fácil y a mí no.
-¿Crees que no se te perdona que hablaras de aquello?
-Sin duda. Las cortes hacen mucho y yo no he tenido cortesanos en mi vida, y menos dentro de los medios. Y eso me ha hecho daño porque hubo un momento en que para que mis hermanos estuvieran bien, yo tenía que estar mal.
-Me pierdo…
-Pues que al final todo es cuestión de contactos y de propaganda. Para ganarse su favor, se me castigaba a mí, porque la gente entendió que había una guerra. Podría haber continuado en los medios hablando de mi vida y ganando dinero, pero opté por retirarme. Y el coste ha sido muy elevado. Nadie considera mis propuestas por ser quien soy.
-¿Cuál es tu relación con Francisco y Cayetano ahora?
-No tengo relación. La recuperamos durante unos años, pero la perdimos de forma definitiva después de la boda de Cayetano. Así quedó la cosa hasta hoy.
-¿Lo hablaste con Cayetano?
-Claro. Pero ellos no comparten mi visión. Con Francisco no he vuelto a hablar. Con Cayetano, esta pandemia nos hemos llamado y mandado algunos mensajes para saber cómo estábamos.
-¿Y no te da pena?
-No tengo sentimientos en este sentido, lo digo de verdad. Les tengo mucho respeto por sus vidas profesionales. Les tengo mucho cariño, pero no tengo un vínculo fraternal irrompible. Una familia es la que te toca y otra, la que haces tú en tu vida. Me da mucha pena haber perdido la relación con Cayetana, eso sí, porque durante unos años fue lo más cerca que estuve de sentirme padre de alguna forma… A ella sí la echo de menos.
-¿Hay enfado con sus hermanos o solo distancia?
-No tengo absolutamente nada contra ellos. Pero soy muy tajante en mis decisiones. Nos distanciamos y no tiene sentido mantener ciertas relaciones cuando no hay un interés real por ambas partes. Eso no quiere decir que si mañana veo a Francisco, no me haga ilusión verle.
-Resulta algo confuso. No quiere, pero no le importaría...
-Son cosas distintas. No tenemos relación, pero si cualquiera de los dos me llama mañana con cualquier problema, me va a encontrar el 100% de las veces. No tengo rencor. Pero tampoco tengo interés en que estén en mis vidas ni yo en la de ellos.
-Ya, pero los mencionas mucho y los asocias al rechazo que sientes en los medios.
-Porque el trato y respeto que recibimos no es el mismo. Pero no siento odio hacia ellos. Ni les culpo. El matiz es importante. Cuando sucedió lo de la boda de Cayetano, Francisco me dijo muchas veces que los trapos sucios se lavaban en casa. Sin embargo, le ha parecido bien lo que ha hecho su hermano Kiko, por ejemplo, porque llamó al programa y de hecho se emocionó y todo, ¿no? Perdóname, pero veo doble vara de medir. Echo en falta ecuanimidad.
-Total, que no hay solución…
-Una vez me dijo una persona que para que toda mi situación mediática se arreglara, lo que tenía que hacer era estar bien con mis hermanos... Yo creo que el origen es lo que te he comentado, ambos estaban en posiciones muy influyentes y yo era el débil. Acumulaban logros y éxitos que les convertía en intocables. Nadie les atacaba. Y una posible forma de congratularse con ellos era atacándome a mí.
-Hay toda una teoría de la conspiración ahí…
-Bueno, creo que no estuvieron dispuestos a frenar todo el ataque que se dirigió hacia mí.
-¿No hay envidia?
-En absoluto. Siempre me voy a alegrar de todo lo bueno que les pase. Y no, no me da envidia que tengan relación con su otro hermano. Son hermanos también.
-Vamos allá con Pantoja. ¿Qué opinas?
-Pues en primer lugar, no es mi historia. Ni soy Pantoja ni soy Rivera. Soy Contreras Ordóñez. Y lo digo con el máximo respeto. Y en segundo lugar, sí que es cierto que vi a mi madre luchar durante muchos años para que sus hijos recuperaran las cosas de su padre, así es que si sucede, me alegraré mucho por la memoria de mi madre y por ellos.
-¿Lo ves posible?
-Lo veo difícil, pero no imposible. Nada me gustaría más. En cualquier caso, no tengo nada que decir y no voy a hablar mal de esta señora, que me genera la indiferencia más absoluta.
-Has dicho que viste a tu madre sufrir por ella...
-Sí. Invirtió mucho tiempo y muchos recursos en que eso ocurriese y, de hecho, hay una sentencia firme que le da la razón. Pero este asunto no me incumbe.
-¿Qué pides?
La oportunidad de que se me valore y se me respete. Que por fin se me escuche.
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