Reino Unido

Carrie Symonds, la mujer que ha hecho de Boris Johnson un “sumiso pelele”

El debate abierto sobre la joven se ha trasladado, como era previsible, a un terreno personal en el que se imponen los extremos

Boris Johnson y Carrie Symonds
Boris Johnson y Carrie SymondsNEIL HALLEFE

Los visitantes habituales del 10 de Downing Street, residencia del primer ministro británico, ya se han familiarizado con Dilyn, un Jack Russell que tiene por costumbre mearse sobre maletines o bolsos, dejar sus excrementos en las alfombras persas que cubren las estancias oficiales y roer y arañar el mobiliario. Carrie Symonds (33 años), la señora de la casa, lo adora. El perro fue abandonado de cachorro y desde que ella lo adoptó, procura que supere el trauma dejándole que desahogue sus instintos como le venga en gana. Boris Johnson (56), su padre putativo, lo aborrece. «Que alguien le pegue un tiro a ese maldito perro», se cuenta en la prensa británica que gritó el premier cuando vio aparecer a la mascota de su pareja con una valiosa primera edición de un libro de Winston Churchill.

A los pocos días de airearse las desavenencias a cuenta de Dilyn, Johnson se dejó fotografiar corriendo por el parque en compañía del animal, lo que dio lugar a todo tipo de memes que podrían resumirse en una idea: si Carrie lo quiere, Boris lo hace.

Boris Johnson junto a su novia Carrie Symonds en el congreso del Partido Tory/Reuters
Boris Johnson junto a su novia Carrie Symonds en el congreso del Partido Tory/Reuterslarazon

La imagen de un primer ministro sometido a su pareja viene alimentándose desde que él la nombró asesora especial del Gobierno, de manera que, en la práctica, le concedió voz y voto en decisiones relevantes. Prueba de ello es que fue su influencia la que consiguió que dimitieran primero Lee Cain, director de Comunicación, y después Dominic Cummings, mano derecha de Johnson hasta que midió fuerzas con Symonds. También se apunta que ella está detrás de los nuevos nombramientos, de la ley que prohibirá dentro de diez años la compra de coches de gasolina o diésel, o de la que obliga a las viviendas de nueva construcción a no instalar calderas de gas.

En el Partido Conservador, al que pertenece el primer ministro, hay preocupación por ese creciente protagonismo, hasta el punto de que el Bow Group, un centro de análisis político formado por reputados conservadores, han pedido que se realice una investigación independiente sobre el verdadero poder de una mujer que, como exponen en un comunicado, «no ha sido elegida, no ha sido nombrada y no cuenta con atributos legales o constitucionales» para intervenir en las tareas de gobierno.

Boris Johnson y Carrie Symonds
Boris Johnson y Carrie SymondsYui Mok/PA Wire/dpaYui Mok/PA Wire/dpa

El debate abierto sobre Carrie Symonds se ha trasladado, como era previsible, a un terreno personal en el que se imponen los extremos. Los que la definen como inteligente, sagaz, ingeniosa y competente contrastan con los que alertan sobre su crueldad, su ambición y un carácter explosivo y manipulador que habría hecho de Johnson poco menos que un sumiso pelele.

Pero ¿acaso no todos los grandes personajes se han dejado influir por sus parejas? ¿No es ese uno de los efectos secundarios del amor? Al menos sobre Boris ha tenido consecuencias saludables. Gracias a Carrie, la dieta del primer ministro es más limitada pero abundante en acelgas y brócoli, y ha abandonado su vida sedentaria para salir cada día a correr por el parque. Seguro que también terminará por querer al pequeño Dilyn.