Docuserie
“Rocío Carrasco podría tardar años en recuperarse del trastorno que sufre por estrés postraumático”
La psicóloga Pilar Guerra afirma que la ex mujer de Antonio David “no padece dependencia sino adicción emocional”
La serie documental sobre Rocío Carrasco ha abierto las puertas a hablar sin tapujos de las relaciones tóxicas y del impacto de éstas en la psicología de quienes las sufren. Pilar Guerra, psicóloga clínica experta en adición y desintoxicación emocional, recibe a LA RAZÓN para analizar cómo funcionan estas relaciones y ofrecer las herramientas necesarias para hacer frente a estas complejas situaciones. También realiza una radiografía sobre la psique de la hija de Rocío Jurado, de quien asegura que todavía está en fase de recuperación.
¿Podría decirse que la relación que mantuvo Rocío Carrasco con Antonio David estuvo basada en una dependencia emocional?
Según las declaraciones que se han difundido, sí parece que haya habido una relación de base de dependencia emocional. Ya que el foco ha estado en permanecer al lado del otro creyendo que se sentía completa como persona. Por las declaraciones que he escuchado, tiene un grado más, superior a la dependencia emocional y es la adicción emocional porque parece ser que viendo el tiempo y la forma en la que se han relacionado es como si esta persona hubiera tenido una adicción a la dependencia de la pareja, independientemente de que la relación haya sido sana o no.
¿Estuvo Rocío involucrada en una relación tóxica? ¿Cuándo fue consciente de ello?
Tóxico es todo aquello que se aleja de la salud tanto física como psicológica. En este caso, esta persona ha expresado que desde el principio su relación fue de desigualdad, de falta de complicidad y de falta de empatía. Las declaraciones que ha hecho van en la línea de haber estado bloqueada para no haber podido establecer unos límites mínimos que preservasen su individualidad e independencia como persona y que la llevara a protegerse a sí misma.
¿Cuál es la diferencia entre intoxicación y adicción emocional? ¿Cómo darse cuenta de que se está envuelto en una de ellas?
La dependencia emocional, en general, es una adicción afectiva intensa, es decir, una adicción hacia el mundo de los afectos que una persona siente hacia otra en situación de parejas, amistades, familia y también en el ámbito laboral. La dependencia emocional es una necesidad de tener, estar, controlar y acoplarse de forma obsesiva a una persona. Es una enfermedad crónica ya que se busca del alivio a través del “consumo” de personas. El adicto al amor es una persona con un trastorno del amor y de la conducta ya que la relación se convierte en una fuente de angustia, frustración y dolor en lugar de ser algo placentero.
La intoxicación emocional, por el contrario, es una adicción emocional llevada al extremo. Es la consecuencia última de haber consumido de manera extrema los afectos en las relaciones hasta llegar a “drogarnos” con ella. Tras drogarnos con ella, alcanzamos niveles intensos, desbordantes y extremos de despersonalización, de ausencia total de autoestima y autoconocimiento, de dudas y de terror a ser abandonados. En definitiva, es una especie de “prostitución al otro”, ya que se postergan nuestras necesidades y deseos propios frente al de los demás.
¿Es una desviación psicológica de percepción y gestión de las relaciones sentimentales?
Sí, la adicción emocional es una distorsión de la percepción, en la forma de relacionarnos con el amor. Es “la anorexia” de las relaciones, ya que es una desviación perceptiva parecida a la dismorfofobia, que es tener alterada la percepción de la forma del cuerpo, una alteración de la imagen corporal que tienen las anoréxicas.
La relación de Rocío con Antonio David duró poco tiempo, poco más de tres años. ¿Cómo es posible que duren tanto las secuelas de aquella relación?
Generalmente tras este tipo de relaciones, tal y como ella la ha descrito, la persona considerada víctima entra en un cuadro de trastorno por estrés postraumático dándose unos daños psicológicos que se convierten en secuelas que permanecen durante años. Las personas que tantos años han estado sometidas a esta situación de estrés, de miedo y desconfianza, puede producir un minado de la autoestima que conlleva a bloqueos emocionales y éstos a bloqueos mentales o intelectuales. Las situaciones de relaciones de este tipo basadas en la toxicidad de la relación de pareja, trascienden a la relación en más contextos, con hijos, amigos, familia… por lo que la recuperación es más difícil cuando ha se producido una ruptura de unos vínculos muy importantes.
¿Cuándo una dependencia sana se transforma en tóxica?
No hay dependencias sanas. Hay relaciones o vínculos que pueden ser sanos y que desafortunadamente a veces se convierten en dependencias y en toxicidad. Hay toxicidad cuando la persona deja de sentirse libre y su vida depende totalmente de la del otro. Cuando se prioriza al otro y cuando la mayor parte de los pensamientos, emociones y conductas están dirigidos a ese “otro”, contaminando así la independencia y la propia individualidad de la persona, su día a día se convierte en una jaula de oro. El amor es enfermizo. Se pierde la identidad como individuos.
¿Quién padece más este mal: los hombres o las mujeres? ¿Por qué?
El porcentaje de mujeres con dependencia emocional es más alto. Estudios estadísticos recientes aseguran que el 49,3% de las personas entrevistadas se declararon dependientes emocionales, de este porcentaje un 8,6% declara padecer intoxicación emocional, que es una forma de dependencia emocional severa y grave. De este 49,3 % declarados dependientes emocionales declarados, el 74,8% son mujeres, frente al 25,2% de hombres.
El porqué hay más mujeres que hombres tiene que ver con los roles sociales. El hombre se empezó a instaurar en nuestra sociedad por ser ellos los que tenían que estar fuera de casa para sostener a la familia, y la mujer se encargaba de estar en el hogar. Estos roles ya marcaron de manera antropológicas las diferencias entre hombres y mujeres, ya que se destacaba la sobreprotección a la mujer, lo que le llevaba a ésta a aprender que ha de elegir sí o sí la dependencia al hombre y casi estar obligada a interpretar esta relación como desigual.
¿Cuáles son los límites a los que se puede llegar si se sufre esta intoxicación?
Lo más intenso que pueden ser las rupturas por divorcio o separación son las depresiones extremas o incluso el suicidio. El dependiente emocional tras la ruptura se convierte en un gran sufridor a consecuencia de esta catástrofe, la soledad e incapacidad de adaptarse a la nueva situación puede incluso hacer que se pierda el sentido de la vida, la identidad como persona.
Esto lleva en muchas ocasiones a expresiones emocionales extremas, como son la depresión mayor, los intentos de suicidio, la ideación de no querer vivir, la autolisis (conductas de autolesionarse), la iniciación a otras drogas (alcohol, drogas, comida) con el fin de olvidar el autocuidado. Empiezan a meterse en lo que los psicólogos llamamos “pulsión de muerte” que es una tendencia a estar más del lado de la muerte, que de la vida. Suelen producirse casos de abandono del trabajo, de los amigos, de la familia. En algunas ocasiones llegan a hacer un cuadro psiquiátrico de personalidad, entre los que destaca el trastorno límite de la personalidad y el trastorno bipolar.
¿Cómo valora la exposición pública de Rocío Carrasco sobre sus problemas personales? ¿Forman parte de su terapia?
Que una persona haya podido hablar tras tanto tiempo es importantísimo para su posicionamiento, para tomar tierra, para tomar presencia ya que se suele perder en estos casos toda referencia como persona. Mi consejo es que siga en esta línea. Me da la sensación que ella ha realizado un trabajo personal, psicológico (de hecho, ella lo ha dicho). Y le aconsejaría que cuente lo ocurrido a través de la descripción objetiva de los hechos tal y como lo está haciendo, separándolo muchísimo de la emoción. Y si la tiene es una emoción contenida (no reprimida), desde mi punto de vista, fruto de un buen trabajo psicológico y de introspección que ella ha hecho.
Sus declaraciones están suponiendo un cambio de paradigma en la sociedad para que al fin aprendamos a poder declararnos víctimas ante hechos concretos de “no buen trato”. Mi sugerencia es que, con estas declaraciones, con la carga objetiva que ella está haciendo, está enseñando a la sociedad que es inviable seguir re-victimizando a las víctimas como se ha hecho hasta ahora. Rocío ha roto los cánones del “silencio comprado” en la sociedad.
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