Entrevista

Mayte Spinola: «No sé por qué no regresa Don Juan Carlos, aquí tiene mil sitios donde vivir»

Mecenas y artista, estuvo en la boda de los Reyes Eméritos y ha creado museos por medio planeta

MAYTE SPINOLA Y GRACILIANO DE BARREIROS DURANTE UN ACTO PUBLICO
MAYTE SPINOLA Y GRACILIANO DE BARREIROS DURANTE UN ACTO PUBLICORP©RADIALPRESS

Mayte Spinola, de 77 años, nació con un soplo en el corazón, superó un cáncer y tiene tres válvulas cardíacas afectadas. Lejos de detenerse, la mujer que estuvo en la boda de los ahora Reyes Eméritos en Atenas y a la vez puso en contacto a Rainiero de Mónaco con Franco, tiene tres hijas, seis nietos y cientos de amigos con los que se crean las sinergias que mueven el mundo. Ha creado museos de arte por medio planeta y lidera la potente asociación Pro Arte y Cultura. «Joan Miró, mi maestro, me dio la clave de lo que pasaba en mi cabeza con esa bombilla creativa que yo tenía dentro». Su amigo el príncipe David de Bragation le dio el título de condesa de Casa Spinola por la donación de cien obras; al mes de recibirlo se lo pasó a su nieto mayor, Marcos ‚y es madrina de la Legión.

Con Alberti en casa

«A mí, que no tengo ninguna carrera, solo sentido común, me dieron el máster de oro por empresaria». López Ibor era como un hermano y cuando Rafael Alberti tenía prohibida la entrada en España, Mayte lo recibía en su casa madrileña. Si la baronesa Thyssen consiguió que la colección de su esposo se quedase en España, gracias a Mayte, la Fundación Pilar y Joan Miró se estableció en Mallorca y no en Francia, que es donde quería su galerista porque «fuimos a la Zarzuela, Pilar, Miró, mi marido y yo, y ese día los Reyes conquistaron a Miró».

–Lo que usted hizo con ese legado me recuerda a lo de su amiga Carmen Thyssen.

–Tita lo merece todo. Yo he sido testigo en mi casa, el día antes de firmar la venta de la colección de su marido, de cómo Gordon Getty seguía ofreciéndole más dinero que el Gobierno español. Y ahí estábamos las dos en mi habitación rezando para que Heini no cediera. Luego ella se vino al Rocío, caminando treinta kilómetros, para dar gracias a la Virgen. Es de las mujeres que más ha hecho por el arte en el mundo.

–Quizá le falta un título nobiliario español, y el Rey Felipe aún no ha dado ninguno...

–Yo le daría todos los reconocimientos que estuvieran en mi mano. Y si tiene que llegar el título, lo hará, pero no es la única. Hay otras mujeres que han hecho muchísimo, como Esther y Alicia Koplowitz, que son como hermanas mías y tan discretas que nadie sabe lo muchísimo que hacen, o Anna Abelló. Me estoy poniendo muy feminista y no lo soy.

–¿En el altruismo ayuda ser millonaria?

–Para ser mecenas y dedicarte al arte, hay que trabajar. Lo que he heredado de mis padres es sagrado transmitírselo a mis hijas, aunque lo que he generado con mi trabajo lo empleo ayudando a los demás.

–¿Como a los cien artistas que tiene trabajando en su jardín?

–Y que están creando el que será el primer museo Art Land de Madrid. Toda la catástrofe ocasionada por Filomena en nuestro jardín la he transformado en un concurso que lleva mi nombre para que cien artistas que están trabajando sus obras con los destrozos de la nevada –troncos, ramas, cortezas…– opten a tres premios. Justo antes de la Covid lo abrí al público con 50 esculturas, las hay de Diego Canogar, Raúl Rampausa, Pedro Sandoval y Zaldivar, entre otros, y ahora se pasará de las 100. He ayudado a que puedan trabajar al aire libre después de tantos meses encerrados.

–¿Su casa es como una Villa Medici llena de artistas?

–Es mejor que te recuerde a los Spinola, que hemos sido grandes mecenas a lo largo de la historia. Las casas las tengo abiertas porque no considero que sean mías. Están para que sean disfrutadas. Tengo un equipo Pro Arte y Cultura extraordinario con más de seiscientas personas por todo el mundo y podemos ayudar mucho.

–¿Cuántos museos tiene abiertos?

–Creo que dieciocho. El primero que abrimos fue en Casa Spinola en Azuaga, Badajoz, que es donde nació mi padre. El segundo en Bulgaria, gracias al rey Simeón. El tercero en Marmolejo, Jaén, luego vinieron el de Calviá, en Mallorca, Salta en Argentina, Caligari en Laponia, en el castillo de Merode en Alemania, el castillo del archiduque Andrés Salvador en Austria y así por medio planeta.

–Además de mecenas, es artista. ¿Se cotiza?

–Más de lo que yo esperaba. La gente paga 15.000 euros por uno de mis cuadros y sigue sorprendiéndome. A Miró también le sorprendía lo que pasaba con sus obras. Estábamos un día viendo en la televisión una subasta de Sotheby’s desde Londres y cada vez que en la puja se subía el precio, él me decía: «Pero qué barbaridad Mayte, qué disparate, cómo pueden pagar eso por una obra mía». Eso decía mi maestro, él vivía en otro mundo.

–Es una mecenas de carácter...

–Como lo era mi tío bisabuelo. Mi rama familiar desciende del marqués de Spinola, que llegó a Extremadura desde Génova y en la que hay muchos Spinolas como protectores de Velázquez o Van Dyck y, por ejemplo, la colección más importante que tiene El Prado es la que fue de mi antepasada, la marquesa de Leganés, Polisena Spinola.

–¿Trabaja en el sector inmobiliario para costear su filantropía?

–He trabajado mucho ayudando a los Barreiros en la urbanización Sol de Mallorca, que era de mi marido y mis cuñados, o en La Escorzonera, en El Plantío de Madrid. Me convertí, sin buscarlo, en una inmobiliaria andante y con mi hija Rocío, Beltrán Gómez Acevo y Jaime López Ibor pusimos en marcha Vertical Real Estate. Ya he tenido el avión y el barco y en estos momentos son otras cosas las que me importan. Me importa ayudar. Hay dos cosas en la vida, una es amar y la otra, ayudar. Ese es el misterio de la vida, cuando uno logra amar hasta lo desarmable entonces hemos llegado a la verdad. Mi lema es «ayudar es un privilegio y un deber».

–Hay una anécdota sobre Dalí y El Rocío que me encantaría que compartiera...

Dalí se presentó en El Rocío con Amanda Lear, y era muy complicado porque allí la costumbre es que las señoras estén en una parte y los señores en otra, y la verdad, a esta no sabíamos dónde ponerla. Con Dalí te divertías por las cosas que hacía. Le divertía provocar.

–Con Rocío Jurado también tuvo mucha amistad...

–Muchísima. Una vez me hizo un favor enorme en un concierto para Amade (Asociación para Ayuda a la Dependencia) en el casino de Estoril, con Grace Kelly y Otto de Habsburgo en primera fila. Era el primer concierto que se hacía después de la Revolución de los Claveles y Rocío cantó a capela con un guitarrista, que no se dónde lo encontró. Sacó la función adelante porque la cantante de fados Amalia Rodrigues, que se ofreció a prestarle su orquesta para que a Amade no le costase nada, cuando la oyó cantar, por celos, le dijo que no se la cedía.

–Hablando de otros asuntos, me sorprendió mucho su vídeo de apoyo al Rey Emérito.

–Hago lo que debo y siento, nada más. No tiene ninguna importancia porque lo hago por un amigo, y Don Juan Carlos lo es.

–¿Reconoce todo lo que se está conociendo sobre él?

–Es un hombre mayor y debemos tenerle en consideración porque ha sido un gran rey y ha traído mucho beneficio a este país. Todos podemos tener errores en la vida.

–¿Es justo que no pueda volver a España?

–Puede volver cuando quiera. No sé por qué no regresa. Tiene miles de sitios en los que vivir.