Escándalo

La encrucijada del príncipe Andrés: 20 días para limpiar su honor

El equipo legal que defiende al duque de York ve contrariedades en las declaraciones de la presunta víctima

Andrés, el príncipe que no sudaba
Andrés, el príncipe que no sudabaLiam McBurneyGTRES

El príncipe Andrés sigue recluido en su particular exilio en Balmoral, el castillo escocés donde la soberana pasa sus vacaciones de verano y donde el duque de York, de 61 años, lleva ya tiempo recluido planteándose qué hacer con su futuro. Apenas tiene 20 días para limpiar su honor.

El royal no solo se enfrenta a una investigación por parte del Departamento de Justicia de los Estados Unidos por sus vínculos con el pedófilo convicto Jeffrey Epstein, sino que ahora además es objeto de una demanda civil por abuso sexual, presentada en agosto en un tribunal de Nueva York por parte de una de las víctimas del multimillonario americano.

Virginia Roberts Giuffre, ahora de 38 años, acusa al príncipe de «agresión sexual e infligir intencionalmente angustia emocional». En concreto, asegura que fue obligada a tener relaciones con el duque cuando ella tenía 17 años, en diferentes propiedades de Epstein. El duque niega las acusaciones e insiste en que «no recuerda» haberla conocido. Una fotografía donde se les muestra juntos refleja lo contrario aunque él defiende que está manipulada.

Imagen deteriorada

La primera vez que Giuffre ocupó titulares contando sus supuestos encuentros sexuales con el hijo de Isabel II fue en 2011. Pero ahora el caso legal cambia todo. Al haber recibido ya la notificación, Andrés tiene tres semanas para preparar su estrategia. Y de ella dependerá recuperar su honor o seguir en el ostracismo en el que vive desde noviembre de 2019, tras la catastrófica entrevista a la BBC.

El objetivo era lavar su imagen. Pero el resultado no pudo ser más bochornoso. Desde luego no ayudó cuando la periodista le preguntó en qué estaba pensando cuando visitó a Epstein en su casa en Nueva York después de que éste ya hubiera sido encarcelado una primera vez por pedofilia en 2008.

Esto explica por qué cuando la supuesta víctima Giuffre comenzó la batalla en los tribunales el equipo legal del duque optó por el silencio. La estrategia siempre fue esconder la cabeza y dejar que la tormenta pasara. Con su «mudanza» de Windsor a Balmoral, de hecho, pretendían poner todo tipo de trabas para evitar recoger la notificación de la demanda.

Al ser por vía civil que persigue una indemnización pecuniaria y no un procedimiento penal impulsado por la Fiscalía estadounidense, el príncipe puede optar por no responder. En un principio, se creyó que lo mejor sería que el hijo de la monarca no se embarcara en un litigio que perjudicaría su imagen ante la opinión pública. Pero la callada como respuesta está resultando peor. Si no hace nada en 21 días, podría arriesgarse a una sentencia por rebeldía y a una sentencia pública, quien puede creer que si no reacciona es porque tiene algo que ocultar.

No está claro si el príncipe ha despedido a su bufete de abogados británico Blackfords para cambiar de estrategia. Pero el hecho de haber contactado con el abogado de Hollywood de alto perfil Andrew Brettler marca un punto de inflexión. Según los rotativos británicos, Brettler parece haber persuadido al duque de que, en lugar de ser un acontecimiento negativo, el caso civil podría ser el catalizador para limpiar su nombre al considerar que hay contrariedades en la versión de la supuesta víctima.