Realeza
Preocupación por la salud de la reina Isabel tras cancelar un viaje a Irlanda del Norte
Los médicos han recomendado a la monarca, de 95 años, que descanse durante los próximos días
La reina Isabel II se vio ayer obligada a cancelar un viaje a Irlanda del Norte previsto para este miércoles y jueves por recomendación médica para “poder descansar durante los próximos días”. En un comunicado, el Palacio de Buckingham aseguraba que la soberana “había aceptado con reticencia” el asesoramiento de los doctores. “Su Majestad se encuentra con buen ánimo y se siente decepcionada de no poder visitar Irlanda del Norte, donde iba a haber llevado a cabo una serie de compromisos. La Reina envía sus mejores y más cálidos deseos a las personas de Irlanda del Norte y tiene ganas de visitarla en el futuro”, agregaba el texto. A simple vista, nada grave. En cualquier caso, la jefa de Estado tiene ya 95 años. Por lo tanto, cualquier tipo de cambio de planes de última hora despierta todo tipo de alarmas.
Lejos de tomar un segundo plano tras la muerte de su marido, el duque de Edimburgo, a los 99 años, el pasado mes de abril, la monarca sigue adelante con todos sus compromisos. Los que la conocen aseguran que no pasa por su cabeza la posibilidad de abdicar en su hijo, el príncipe Carlos, 72 años. No obstante, desde hace tiempo, el heredero al trono cada vez tiene más peso en la Corona, por lo que muchos expertos hablan de “transición tranquila”.
Pese a que no se dieron más detalles sobre los motivos de la cancelación del viaje, Buckingham negó que estuviera vinculado al coronavirus. De hecho, este mismo martes, Isabel II presidía una recepción en el castillo de Windsor, acompañada del príncipe Carlos y del príncipe Guillermo, y su aspecto era bueno. Allí recibió a líderes empresariales y embajadores mundiales, con motivo de la Global Investment Summit, celebrada en Londres ese mismo día. La monarca estrechó manos y charló animadamente con los numerosos invitados, entre los que estaba Bill Gates.
Según la BBC, todo apunta a que, tras unos días de ajetreada agenda, se ha recomendado a la monarca descanso de cara a la cumbre del clima de la ONU que comienza la próxima semana en Glasgow, una cita clave a nivel internacional, y en la que Reino Unido, como anfitrión, se juega mucho a nivel diplomático en la era post Brexit. Todos los ojos estarán puestos en Escocia.
El viaje previsto a Irlanda del Norte habría pasado, quizá, más desapercibido. Pero no por ello no era menos relevante. Nada más lejos de la realidad. La visita estaba cargada de simbolismo, ya que coincidía con el centenario de la partición de la isla de Irlanda y las nuevas negociaciones entre Londres y Bruselas, ante las grandes tensiones creadas por nuevos controles aduaneros pos Brexit.
A fin de evitar frontera dura entre República de Irlanda e Irlanda del Norte que pusiera en peligro la paz entre católicos y protestantes, Boris Johnson dejó a la provincia británica alineada con el mercado único, es decir, con un estatus diferente al del resto del país. Los unionistas se sienten completamente traicionados por el Gobierno central, ya que consideran que eso da más munición a los católicos para pedir un referéndum de unificación con la República de Irlanda.
Aparte de las tensiones políticas, los nuevos controles en los puertos norirlandeses están creando problemas de suministro en supermercados. Por lo que Downing Street ha pedido a la UE volver a negociar el llamado Protocolo de Irlanda. En definitiva, en este contexto, la presencia de Isabel II en la provincia británica era una coreografía cuidada al milímetro.
Pese a sus 95 años, la soberana goza de una vitalidad envidiable. De hecho, este mismo martes rechazaba ser distinguida con el galardón “Oldie of the year” (“Anciana del año”): “Una solo es tan vieja como se sienta”, declaraba. Su secretario privado, Tom Laing-Baker, comunicó por carta a la revista que entrega el premio, “The Oldie”, que la monarca “no cree que cumpla los criterios relevantes para poder aceptarlo”.
No es la primera vez, en cualquier caso, que se ve obligada a cambiar su agenda. En 2016, un fuerte resfriado le obligó a cancelar su asistencia a la tradicional misa de Navidad en Sandrigham. Posteriormente, fuentes de Palacio aseguraron que volvía a tener los problemas de rodilla que la llevaron a pasar por quirófano en 2003. En alguno de sus últimos actos, de hecho, ha tenido que llevar bastón.
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