Problemas
El amor imposible de Amalia de Holanda y Gabriel de Bélgica
Los jóvenes estarían viviendo un idilio, a pesar de que la Constitución belga les prohíbe contraer matrimonio
La princesa Amalia de Holanda cumplió 18 años este pasado 7 de diciembre. Aunque la primogénita y heredera al trono disfruta de un año sabático antes de comenzar sus estudios universitarios, dos días después de su cumpleaños se ha incorporado al Consejo de Estado, en lo que supone el primer paso para ir, poco a poco, adquiriendo deberes institucionales en su papel de futura Reina de los holandeses.
Pero puede que el peso de la corona no sólo se circunscriba a las actividades públicas sino a la vida personal, ya que en las monarquías resulta prácticamente imposible dilucidar ambas esferas. Todo indica que Amalia puede convertirse en una de esas herederas que deba elegir entre el trono o el amor. Según se han hecho ecos diversas publicaciones a los dos lados del Atlántico, la joven heredera podría estar viviendo un idilio de juventud con Gabriel de Bélgica, el segundo hijo de Felipe y Matilde, los reyes de Bélgica.
Los dos tienen la misma edad (se llevan apenas cuatro meses de diferencia), sangre real y sus familias se conocen y son buenas amigas. Prácticamente se han criado juntos. A pesar de tan buenos credenciales, la historia tiene todos los ingredientes de un amor clandestino y tortuoso que puede hacer las delicias de los paladares más románticos. Una historia de Montescos y Capuletos, a ser posible sin final trágico.
Bélgica es un joven país que consiguió su independencia respecto a Holanda en 1830 tras una revolución, fruto de la cual se aprobó la Constitución que supone la génesis del nuevo Estado. En la Carta Magna, aparece negro sobre blanco que el trono belga no puede caer en manos de la familia real holandesa, lo que en la práctica prohibiría el matrimonio entre los dos jóvenes.
Aunque actualmente las relaciones entre los dos países son excelentes, lo cierto que es esta ley no ha sido derogada, a pesar de que se han producido varios intentos en 1993, 2002 y 2003. La única posibilidad sería introducir una enmienda constitucional para que Amalia y Gabriel puedan vivir su amor en libertad, aunque todo indica que, al menos de momento, en sus planes no está el matrimonio y este posible romance no ha sido confirmado por ninguno de los interesados. Puede que tan sólo sean ensoñaciones de aquellos que no pueden resistirse a una historia de amor imposible. Con motivo de su mayoría de edad, se ha publicado una biografía autorizada de la heredera, fruto de sus conversaciones con una periodista. En el libro, Amalia se refiere a la necesidad de pedir el consentimiento del Parlamento para poder contraer matrimonio, algo a lo que está obligada como futura reina. «Si el hombre que me apoya, a quien amo, con quien quiero pasar mi vida no recibe la aprobación del Parlamento, entonces tendremos que ver qué hago. No puedo elegir a expensas de mí misma», ha declarado. La joven también es consciente de sus obligaciones y privilegios. «Si puedo prevenir una mala situación a través de la diplomacia, si he podido hacer que el mundo sea un poco mejor, entonces estaré feliz. Estoy al servicio de mi país. Doy mi vida por Holanda», revela en el mismo libro.
Estos rumores se producen después de que el gobierno holandés aclarase hace unos meses que Amalia podría casarse con una mujer, sin perder su derecho al trono. El país –pionero en la legalización del matrimonio igualitario– se ha convertido también en el primero del mundo en plantearse este debate. Ha sido el primer ministro, el liberal Mark Rutte, el que ha aclarado que la joven no se vería obligada a abdicar si decidiese elegir esposa. «El Gobierno cree que el heredero también puede casarse con una persona del mismo sexo y no ve un obstáculo legal permitir el matrimonio de un heredero con una persona de mismo sexo», explicó Rutte.
Esta hipótesis abre nuevos interrogantes, ya que una de las principales tareas de los herederos es asegurar la continuidad dinástica. En ese aspecto, el primer ministro considera que debería quedar claro quiénes son los hijos del matrimonio. Esto abriría la puerta a reconocer a los descendientes si provienen de una adopción o de técnicas de reproducción asistida. Hasta el momento, su Constitución solo reconoce como herederos al trono a aquellos hijos concebidos de manera biológica dentro del matrimonio real.
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