Recuerdo
Cuarto aniversario de bodas de los duques de Sussex y muchos sueños truncados
El príncipe Harry y Meghan Markle, que se casaron el 19 de mayo de 2018, viajarán a Reino Unido por el Jubileo de Platino de Isabel II
Cuatro años han pasado ya desde el “Sí, quiero” del príncipe Harry a la exactriz Meghan Markleen Windsor. Desde entonces sus vidas han dado un giro radical tras su decisión de alejarse de la Familia Real públicamente y su traslado a California.
Ahora, la expectación es máxima ya que se espera su presencia en Reino Unido con motivo del Jubileo de Platino de Isabel II. Se trata de la primera vez que los duques de Sussex viajan con sus dos hijos, Archie, de tres años, y Lilibet Diana, que pronto cumplirá su primer año, a Inglaterra. Además será también la primera vez que la Reina ve a la pequeña, ya que hasta ahora no ha tenido oportunidad.
Cinco meses después de que la pareja hiciera oficial su compromiso, Harry y Meghan pasaban por el altar. El que durante años se ganó la fama de “príncipe rebelde” se había enamorado de una americana divorciada. La historia se repetía otra vez. (En 1937, Eduardo VIII –tío de la actual monarca– se casó con la socialité Wallis Simpson. Aunque aquella historia tampoco tuvo final feliz. Él se vio obligado a renunciar al trono y como regalo de bodas, Palacio dio a la pareja un exilio en Estados Unidos).
El enlace de los duques de Sussex se interpretó como un aire de modernidad y globalización. «El hecho de enamorarme de Meghan tan increíblemente rápido fue una confirmación de que todas las estrellas estaban alineadas. Todo era perfecto», explicó en su momento el novio. Y fue idílico. El pueblo acogió con los brazos abiertos a la actriz. Las apariciones públicas de la pareja despuntaron aún más si cabe la popularidad de la que goza ahora la Casa de Windsor.
La madre de la novia, Doria Ragland, fue la única representante conocida de la familia de Meghan. La actriz prefirió estar acompañada por amigos y compañeros de «Suits», el drama legal estadounidense que impulsó una carrera como actriz y que con su boda tuvo que abandonar para comenzar una vida completamente distinta.
El duque de Cambridge fue el encargado de acompañar ayer al novio en su última noche de soltero. Los hermanos se alojaron en el Coworth Park, en Ascot. Aunque la elección sorprende, ya que Meghan, durante su carrera como actriz, boicoteó en alguna ocasión los hoteles de la casa Dorchester al no aprobar las políticas de su propietario, el sultán de Brunei. En su día, la americana se negó a alojarse en el Dorchester en Londres, ya que su dueño había sugerido que los castigos «Sharia» deberían ser aplicados a los adúlteros y homosexuales y que las mujeres que abortaran tenían que ser azotadas en público.
Quizá por ese motivo la novia y su madre se alojaron esa noche en el Cliveden House Hotel, un sitio que tampoco está exento de polémica. Fue allí donde en 1961 nació el «affaire» de John Profumo, un ministro del partido conservador, con la «escort» Christine Keeler, que a su vez mantenía una relación con un espía soviético.
Finalmente, la mañana del 19 de mayo, Londres se engalanó y los británicos esperaron desde primera hora de la mañana para tomar sitio en el recorrido de los novios hasta el altar. Una boda, de cuento de hadas, que poco a poco se fue convirtiendo en un culebrón que nadie esperaba. La entrevista que los Sussex concedieron a Oprah Winfrey fue la puntilla que marcó un antes y un después en la relación de la pareja con la familia real británica.
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