Cambios
Buckingham, un palacio sin rey
El plan de William de Inglaterra cuando llegue al trono es convertirlo en motor económico y cultural, más cerca de un museo vivo que de una residencia privada
Han pasado más de ocho décadas desde que las bombas alemanas sacudieron el Palacio de Buckingham y la reina madre, entre los escombros, pronunció la frase que marcaría la resistencia británica: «Por fin puedo mirar al East End a la cara». Desde entonces, aquel edificio de piedra blanca, con sus salones dorados y sus rituales centenarios, se convirtió en el corazón latente de la monarquía. Hoy, sin embargo, el palacio se enfrenta a una paradoja inquietante: podría convertirse en un museo sin rey.
El anuncio de que los príncipes de Gales fijarán su residencia permanente en Forest Lodge, en pleno Windsor Great Park, incluso cuando William ascienda al trono, ha sacudido a los cortesanos más veteranos. ¿Qué será entonces de Buckingham, sede de recepciones de Estado, epicentro de las fiestas en el jardín y, sobre todo, símbolo del poder británico?
La decisión de William y Kate Middleton es tan doméstica como política. La familia, que abandonó Londres en 2022 para instalarse en Adelaide Cottage, ha encontrado en Windsor un refugio a medida. Sus tres hijos continúan sus estudios en Lambrook School y disfrutan de una infancia que combina bicicletas, campo y privacidad. Forest Lodge, una mansión georgiana del siglo XVIII con ocho habitaciones, chimeneas de mármol y hasta pista de tenis, promete una vida familiar más real que regia. «Quieren seguir llevando a los niños al colegio, incluso siendo reyes», desliza una fuente a Daily Mail.
El contraste con el pasado es evidente. Mientras otros Windsor vivían entre paredes de 120 habitaciones y ejércitos de criados, los Gales han optado por un hogar de escala humana, sin mayordomos ni personal residente. Solo unas pocas cabañas cercanas alojarán a su equipo de seguridad, a la niñera y al ama de llaves. La discreción como declaración de intenciones.
Pero la elección de Forest Lodge abre un debate inevitable: ¿qué hacer con el Palacio de Buckingham, objeto de una renovación de 369 millones de libras sufragada con fondos públicos? Hoy nadie reside en él: ni Carlos III, instalado en Clarence House, ni ningún otro miembro de la familia. Cuando concluyan las obras en 2027, ¿será Buckingham un cascarón vacío, un decorado fastuoso sin soberano?
El plan de William, cuentan en palacio, es pragmático. Pretende transformar el edificio en un espacio abierto al público, con más días de visita, mayor número de eventos oficiales e incluso actos benéficos y gubernamentales. La idea es clara: convertirlo en motor económico y cultural, más cerca de un museo vivo que de una residencia privada. El eco de la difunta Isabel II resuena ahora con otro significado: el futuro de la monarquía quizá se mida en entradas vendidas.
Giro generacional
La mudanza también refleja un giro generacional. Si Carlos III ya había rebajado la pompa instalándose en Clarence House, William va un paso más allá. Forest Lodge es una declaración: la familia primero, el trono después. En tiempos de escrutinio mediático y crisis de reputación, proyectar normalidad puede ser la estrategia más inteligente. Que un futuro rey viva en una casa de campo de ocho habitaciones –cuando podría hacerlo en un castillo de 120– no solo humaniza, también conecta con una ciudadanía que reclama austeridad. No todos están convencidos. Para los defensores del «palacio habitado», Buckingham sin rey sería como un Big Ben sin campanadas: un símbolo hueco. La monarquía, dicen, necesita anclarse en lugares que respiren historia viva, no convertirse en atracción turística de lujo.
Forest Lodge ya bulle de obras. La mudanza está prevista para finales de año y, según sus amigos, supone un «nuevo comienzo» tras tiempos duros: el cáncer del rey, la enfermedad y recuperación de la princesa de Gales, los años de escrutinio y tensión interna. «Están deseando crear recuerdos felices y dejar atrás los infelices», asegura una fuente próxima.
¿Será el palacio de Buckingham entonces el museo más prestigioso del país? ¿O seguirá siendo el corazón de la monarquía, aunque vacío de familia? William ha elegido bicicleta y colegio por encima de alfombras rojas y salones de gala. Una decisión en la que late la modernidad de su reinado. Está por ver es si el pueblo aceptará un palacio sin rey... o si acabará echándolo de menos.