La Firma

Crisis en la Casa Windsor: el fantasma de Lady Di, tras el príncipe William y Rose Hanbury

LA RAZÓN valora con analistas de Casa Real la posibilidad de una ruptura de los príncipes de Gales y el riesgo de reproducir con Kate los patrones que tanto dañaron a Lady Di. ¿La institución vuelve a anclarse en el pasado?

Eran íntimos amigos: en la imagen el Príncipe William, Kate Middleton y Rose Hanbury.
Eran íntimos amigos: en la imagen el Príncipe William, Kate Middleton y Rose Hanbury.larazon

Kate Middleton cumplió su principal cometido en la monarquía británica el 22 de julio de 2013. Ese día nació el príncipe George, el heredero, segundo en la línea de sucesión. Su nacimiento aseguró la continuidad en esta institución hereditaria que se rige por la primogenitura. Y a medida que el nieto de Carlos III avanza hacia la mayoría de edad, más se diluye una hipotética función como reina regente de la princesa de Gales. ¿Significa que su papel está finiquitado en La Firma? ¿Explicaría esto la cadena de errores que se están cometiendo en torno a su estado de salud? ¿Por qué existe la percepción de haber sido arrojada a los pies de los caballos?

En medio del mutismo, crecen los rumores de crisis matrimonial y más asoma el fantasma de su suegra, Diana de Gales, a la que no llegó a conocer. Su petición de perdón en solitario, sin nadie más que asuma el error de la fotografía retocada, recuerda a aquella entrevista de la vergüenza en la que Diana, presionada por diferentes tretas y engaños, se sinceró frente al periodista de la BBC Martin Bashir. ¿Es comparable?

Marina Fernández, directora de Comunicación de la Escuela Internacional de Protocolo y analista de la familia real británica, ofrece su opinión a LA RAZÓN: «Desde el punto de vista sucesorio, la futura reina ha aportado un heredero a la Corona. Su papel, por tanto, es ya irrelevante. Pero los tiempos han cambiado y su figura aporta la frescura, brillo y modernidad que necesita La Firma. Sin su presencia, William pasa desapercibido, como estamos viendo».

Así piensa también Diana Rubio, doctora en Comunicación y experta en protocolo. En su opinión, una crisis de pareja, si es que finalmente se confirmase, no debería coronarse de nuevo con los fallos que se cometieron con Diana y aquella múltiple humillación. «Si eso ocurriera, el pueblo británico sufriría un nuevo duelo. Hasta su enfermedad, todas las encuestas indicaban que es una figura muy respetada y ha sabido ganarse del cariño del pueblo. El matrimonio puede ir a la deriva, pero no se puede hundir la imagen de Kate, como ocurrió con Diana. Aquello marcó profundamente a la monarquía».

Todo el ruido mediático apunta a un enfriamiento amoroso y se señala a Lady Rose Hanbury, marquesa de Cholmondeley, como la mujer que podría ocupar el corazón del príncipe William. No sería un desliz, sino un idilio tan vehemente como el de su propio padre y Camilla. La Prensa británica e internacional ha encontrado algunos detalles delatores, como la ausencia en la fotografía retocada de ese anillo de compromiso tan emblemático que William colocó en su dedo anular en 2011. Era la joya que su padre, entonces príncipe de Gales, había regalado a su madre, por lo que está cargado de gran valor sentimental.

Sarah Rose y Kate fueron durante años amigas, pero su relación se rompió en 2019, a raíz de las primeras sospechas públicas. El runrún ha ido sobrealimentándose y esta misma semana en varios foros se insinuaba la posibilidad de que algunos medios estuviesen alfombrando el camino a esta aristócrata. Citaban, por ejemplo, una publicación en «The Independent» con un perfil muy royal de la exmodelo mostrando su mansión señorial en Houghton Hall. La marquesa se dedica a administrar el patrimonio de su marido, David Rocksavage, séptimo marqués de Cholmondeley y padre de sus tres hijos, los gemelos George y Oliver Timothy y e Iris Marina.

La pareja contrajo matrimonio en 2009 en una discreta ceremonia en el Ayuntamiento de Chelsea. Su abuela materna, Lady Elizabeth Lambert, fue una de las ocho damas de honor en la boda de Isabel II, y ella recibió una exquisita educación en exclusivos centros. Con 23 años firmó un contrato con la agencia de modelos Storm, famosa por descubrir a Kate Moss, aunque enseguida aparcó la profesión. No es extraño verla en algunos de los eventos más significativos de la Casa Real británica, como la coronación de Carlos III y Camilla, en la que lució un vestido blanco con detalles negros y un tocado, además de algunas joyas discretas. Su hijo, Lord Oliver, ejerció como paje de honor.

Delirio colectivo

Puede ser que la fantasía, tan pegada a nuestra naturaleza humana, se dispare más de lo que sería prudente entregándose al placer de leer, ver y escuchar cosas extraordinarias y dignas de los próximos capítulos de «The Crown». «Puede ser», corroboran convencidas nuestras analistas. Para colmo del delirio, Paul Burrell, confidente y mayordomo de Diana durante más de dos décadas, dice que siente su presencia en su hogar de Chester, como si la fallecida necesitase advertirle de algo.

Marina Fernández interpreta todo este absurdo como una consecuencia de la preocupación por Kate y por una indeseada posibilidad de «volver a una situación que ya la hemos vivido». Diana Rubio considera que «toda invención o figuración se frenaría brindando transparencia. La monarquía británica se sostiene por la confianza que depositan sus ciudadanos en ella. La falta de contundencia en el mensaje, la ambigüedad y la confusión nos devuelven una imagen muy arcaica de la institución».

Si hay o no divorcio no debería interpretarse como un nuevo escándalo para La Firma. «Desde el siglo pasado, los Windsor nos han servido todos los modelos de ruptura posibles. Lo que se pide desde la opinión pública es sensibilidad con la princesa. Si no es así, el pueblo británico va a revivir lo que ya padeció con Diana», señala Rubio. Los ciudadanos británicos aún están a la espera de esa naturalidad que demostraría que la institución no está anclada en el pasado. «Si no llega, si la familia repite los mismos patrones, ocurrirá que el pueblo recordará las polémicas palabras de los duques de Sussex en su entrevista con Oprah». Y, paradójicamente, dará la razón al príncipe Harry con aquella frase que dio la vuelta al mundo: «Nuestra madre perdió la vida por esto y desde entonces nada ha cambiado».