Las claves de sus looks
Mary Donaldson: clásica, elegante y enjoyada, el estilo de la futura reina danesa
Mary de Dinamarca luce siempre un marcado «look» princesa y las joyas llamativas son su gran apuesta
Podía parecer difícil que una australiana se convirtiera en un icono de los royals europeos, pero lo cierto es que en las más de dos décadas que María de Dinamarca lleva perteneciendo a este exclusivo club del Gotha, se ha hecho un hueco como una de sus socias más destacadas. Sin ir más lejos, solo la princesa Ana del Reino Unido está a su nivel cuando se trata de realizar una reverencia «comme il faut», algo que se va a quedar en un recuerdo en el momento en el que acceda al trono de la mano de su marido, el futuro rey Federico X.
En esta configuración del personaje de princesa heredera que ha desarrollado la futura reina de Dinamarca, ha tenido un papel fundamental la moda. Esto lo dejó claro desde el principio, con su vestido de boda, un diseño del danés Uffe Frank de clara inspiración medieval y principesca. Con ese modelo, que tuvo que competir con el vestido rojo de Lorenzo Caprile de Doña Letizia y el abrigo fucsia de Christian Lacroix de la Infanta Elena, sentó las bases de un estilo que le ha acompañado durante todos estos años y que destaca, sobre todo, por su apuesta por el clasicismo y la elegancia extrema.
Donaldson no busca nunca sorprender, como sí hacen Máxima de los Países Bajos o nuestra propia Reina. Ella confía, normalmente, en diseñadores daneses que saben lo que busca su futura reina. En resumen: para la noche, la condesa de Monpezat, siempre apuesta por los vestidos de corte princesa, con cinturas marcadas y volúmenes en la falda. Si la gala no es una recepción en palacio, posiblemente relaje algo su silueta y juegue también con algún escote asimétrico o algún drapeado en la cadera, que le aporte un toque más chic al conjunto, para que no resulte tan ceremonioso. Para sus compromisos de día es fiel al toque «lady like», muy en la línea de sus opciones nocturnas. En ese caso, siempre suele acompañarle algún tocado o sombrero, que ella defiende como pocas, y suele abusar de las combinaciones de abrigo de paño y vestido por la rodilla. En cambio, si la ocasión resulta más casual, no es raro verla con pantalones amplios tipo palazzo o algún vestido con algún original estampado. Pero no irá más allá de esta zona de confort que ha marcado con los años.
Es en los complementos donde ella suele sentirse de alguna manera más libre. Así, sabemos que le apasionan los zapatos con estampados de piel de serpiente, que ha lucido en un sinfín de ocasiones, así como los tacones finos y altos. Los bolsos son otras de sus pasiones, con firmas como Bottega Veneta o Chanel entre las más destacadas de su armario. Y también le gusta mucho el escote lágrima (como también le sucede a Doña Letizia) y los escotes barco. Pero estos últimos, además, tienen su razón de ser dentro del armario de la futura reina de Dinamarca.
La pasión danesa
Las más de cinco décadas que la reina Margarita ha estado en el trono han dado para muchas cosas y, entre ellas, una de las que más destaca es el boato que permanece en la corte danesa. Daisy, como así se le conoce de manera íntima, es fiel defensora de las tradiciones de la corona, y le gustan las reverencias, el protocolo y las joyas. Mary Donaldson es consciente de eso y ha sabido adaptarse muy bien a los gustos de su suegra.
Los escotes barco que comentábamos le ayudan por tanto a lucir el collar del juego de rubíes y diamantes que tiene y que combina con una de las tiaras más espectaculares y antiguas que posee. Se trata de la tiara procedente el parure Bernadotte y que tiene su origen en tiempos de Napoléon. De la familia de su marido también heredó la tiara nupcial, un diseño de principios del siglo XX. Se trata de un modelo que, además, se puede convertir en collar, como también le sucede a la tiara que la propia condesa de Monpezat adquirió en una subasta en 2012, dejando claro que iba a ser una continuadora del gusto de su suegra por las joyas. Y no contenta con esto, también ha añadido al joyero real una pieza en oro, diamantes y piedras lunares que, si bien no es de su propiedad, si es la única que puede lucirla.
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