San Vicente Bungalows, el antiguo templo gay donde se retira Harry

Si el príncipe Harry se escapa o no al exclusivo hotel San Vicente Bungalows (California) para reponerse de la fatiga matrimonial no deja de ser anecdótico, incluso previsible. Puede que a su padre, el rey Carlos, la idea le haga cambiar su flemático gesto por una sonrisa complaciente y que su hermano Guillermo suspire con alivio.

Otra cosa habría sido que la habitación reservada para uso propio, según publica la prensa británica, la hubiese usado en sus años de desenfreno, cuando este exquisito club era solo un antro sórdido, estratégicamente situado para que las estrellas homosexuales de Hollywood y otros poderosos diesen rienda suelta a sus vicios más oscuros. Eso sí habría supuesto un serio disgusto, más para los británicos de moral victoriana que para su resignada familia.

Cuando su actual propietario, el adinerado empresario Jeff Klein, se fijó en este lugar, era una especie de gueto homosexual mal cuidado y permisivo con el consumo de drogas y el nudismo. Se conocía como San Vicente Inn, aunque algunos de sus clientes se referían a él como la «Casa del Falo». Era una especie de punto de encuentro de la contracultura gay. Es decir, una sauna para hombres con una sola intransigencia, la privacidad. Y es lo único que quiso retener Klein cuando gastó una desorbitada suma de dinero para borrar cualquier rastro de su pasado.

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Su propietario compró dos edificios anexos, amplió el número de habitaciones y le dio al conjunto un aspecto bastante más refinado. La inversión pudo llegar a los 30 millones de dólares. Solo en colchones, alfombras y ropa de cama nueva gastó unos 300.000 dólares. También modernizó los baños y transformó el antiguo jacuzzi en un patio con exuberante vegetación.

Los viejos bungalows son hoy un templo gastronómico. Ahora sus empleados reciben a los clientes con impecable uniforme y, en lugar de metanfetaminas, se sirven desayunos con croissants de chocolate. Para su transformación, Klein, que está casado con el productor John Goldwyn, barajó diferentes opciones e incluso pensó en mantenerlo como santuario gay. Temiendo que le persiguiese la mala reputación de San Vicente Inn y que salpicase a otros de sus negocios, especialmente el lujoso Sunset Tower, lo convirtió en hotel boutique con encanto y casi inaccesible.

San Vicente Bungalows reabrió sus puertas en 2018 y hoy puede considerarse uno de los clubs más enigmáticos del mundo. Su estricta política de privacidad prohíbe hacer fotos, grabar vídeos, airear lo que suceda o chismorrear sobre lo que allí se pueda escuchar. Y puede ser mucho, teniendo en cuenta sus célebres miembros. A quien incumple la norma se le echa con cajas destempladas, como pasó en 2021 cuando se expulsó a un invitado que había informado a algún paparazzi de la presencia de Justin Bieber y su esposa Hailey Baldwin. En 2019 ocurrió algo similar con alguien que filtró una reunión en la que Steven Spielberg y Ted Sarandos, directivo de Netflix, revisaron las reglas que rigen los Oscar.

El guionista Jon Robin Baitz lo describe como una casita de la campiña inglesa en cuyo interior se mezcla la tenue atmósfera de garito nocturno con la intriga de un apartado para gánster de los años 30. Lo que nadie despeja es si,en sus estancias, se celebran orgías ritualizadas al estilo de «Eyes Wide Shuft» o solo se escucha el desconsuelo de Harry añorando su vida palaciega. No deja de ser inquietante.

Klein se vanagloria de haber conseguido un club en el que sus miembros pueden presentarse con amantes diferentes sin temor a ser juzgados. Lo creó inspirándose en los círculos británicos más selectos, como 5 H Hertford Street o el Soho Farmhouse. Se accede a él por invitación, confirmación de un comité y el pago anual de 4.200 dólares. Sus miembros son la crème de la crème: Elon Musk, Di Caprio, Clooney, Paris Hilton, Katen Hudson, Goldie Hawn, Julia Roberts o Eric Adams, el alcalde de Nueva York.

El hotel está próximo a la residencia de los duques de Sussex, en Montecito, y en el mes de marzo se capturó una imagen cuando salían de una cena. La posibilidad de que Harry disponga de su propia habitación para aliviar sus desavenencias con Meghan Markle la lanzó la biógrafa Angela Levin, que intuye divorcio inminente, a pesar del desmentido de Archewell, la organización fundada por la pareja en 2020.