Opinión

El diario de Amilibia: Una foto suya en el belén

Ya no es tan solo el niño en el bautizo, el novio en la boda ni el muerto en el desentierro de Franco. Es el mismísimo Jesucristo

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, , durante la sesión de control al gobierno en el Congreso de los Diputados. © Alberto R. Roldán / Diario La Razón. 11 12 2024
El presidente del Gobierno, Pedro SánchezAlberto R. RoldánFotógrafos

A un servidor le sigue asombrando que al personal aún le asombren las cosas del Apolo de la Moncloa, ese prodigio sin límites. Leo, por ejemplo: “El Gobierno ha concedido la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica a la primera ministra italiana, Giorgia Meloni”, aquella que en la euforia de su campaña electoral alzaba sus poderosas mamas y gritaba que iba a ganar “por su melones”. Surtió efecto. Leo más: “El Gobierno pasa de llamar fascista a Meloni a condecorarla”. Un cambio de opinión. El Apolo divierte al circo con sus juegos malabares mientras envía ante los tribunales a “Los caballeros que dicen Ni” (Koldo y Ábalos en versión Monty Python) para frenar a los jueces enemigos enmascarados entre puñetas.

Emilia Landaluce cuenta en “El Mundo”: “El rico que vio a Sánchez convertirse en Jesucristo en un viaje de ayahuasca”. Estuvo la periodista en una retiro de meditación y allí conoció al personaje. Le preguntó por el viaje psicodélico y el hombre le contó: “Cumplí a rajatabla los ayunos y por eso apenas vomité. Estaba muy tranquilo, en paz. Al final vi a Jesucristo. Y se transformó en Pedro Sánchez. Me tocó con su mano en el hombro y me sentí mejor”. La visión, añadió, le había ayudado a tener “las cosas más claras”. ¡Milagro! Se diría que el rojerío procesional, santa y fervorosa cofradía, vive en una ceremonia de ayahuasca, en una psicodelia sin fin en la que Él, Eterno Resucitado, les toca el hombro y les ofrece su luz. Ya no es tan solo el niño en el bautizo, el novio en la boda ni el muerto en el desentierro de Franco. Es el mismísimo Jesucristo. En el Belén de la Moncloa han puesto una foto suya en la cunita y le cantan villancicos. No se asombren, porfa.