Mala praxis
Linda Evangelista explica las secuelas irreversibles del tratamiento que la dejó desfigurada: “La supermodelo ya no existe”
La modelo confiesa que tiene miedo a mirarse al espejo
Formó parte del “club” de las supermodelos de finales de los 80 junto Cindy Crawford, Naomi Campbell, Christy Turlington y Claudia Schiffer, entre otras. Linda Evangelista, la más camaleónica, de las tops lleva sin pisar una pasarela desde 2015, y no lo hace por su edad, sino como consecuencia de las secuelas irreversibles que sufre tras un tratamiento estético al que se sometió.
Ahora, en una entrevista con “People”, Evangelista se muestra al natural y confiesa que está “cansada de esconderse”. “Me encantaba subirme a la pasarela. Ahora me da pánico encontrarme con alguien a quien conozca”, ha explicado.
Linda Evangelista ha puesto una demanda contra la compañía Zeltiq Aesthetics Inc por valor de 50 millones de dólares (44 millones de euros) por el tratamiento estético de CoolSculpting anunciado como la versión no invasiva de una liposucción con la que supuestamente se “congela” la grasa del cuerpo, al que se sometió entre 2015 y 2016.
“No puedo vivir más así, escondiéndome y con vergüenza. No podía más con este dolor. Por fin estoy dispuesta a hablar”, ha asegurado.
Cuando Linda Evangelista se sometió al tratamiento empezó a notar que le salían bultos en la papada, los muslos y los costados. En lugar de reducir la grasa localizada en estes puntos, lo que estaba ocurriendo es que esta crecía y se endurecía hasta el punto de perder la sensibilidad de estas zonas. “Yo misma intenté arreglarlo, pensando que era algo que estaba haciendo mal”, asegura. “Pensé que estaba perdiendo la cabeza”. Confiesa que incluso llegó a dejar de comer.
En junio de 2016, otro médico le diagnostica hiperplasia adiposa paradójica, un efecto adverso raro de la criolipólisis a la que se estaba sometiendo, una dolencia que padecen menos del 1% de los pacientes que se someten a ese tratamiento.
Linda Evangelista volvió a pasar por quirófano hasta en otras dos ocasiones pero su problema “no mejoró ni un poco. Los bultos son protuberancias duras y al caminar con un vestido, si no me pongo protección, me llega a sangrar la otra pierna del roce. No es como grasa suave, sino que está dura”, “No creo que los diseñadores quieran vestirme con esas cosas”, comenta. “No me miro en el espejo. El reflejo no se parece a mí”, afirma.
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