La moda está de luto

Muere con 52 años Cristina Mariño, directora de Marca de Roberto Verino e hija del diseñador ourensano

Desarrolló su carrera profesional en la empresa a lo largo de los últimos 25 años

Cristina Mariño, hija de Roberto Verino y directora de Marca de la firma, y su padre,
Cristina Mariño, hija de Roberto Verino y directora de Marca de la firma, y su padre,ROBERTO VERINOROBERTO VERINO

Cristina Mariño, directora de Marca de Roberto Verino e hija del diseñador ourensano y fundador de la firma homónima, ha fallecido este domingo a los 52 años.

Según ha destacado la propia marca, “que lamenta enormemente el fallecimiento”, Cristina Mariño desarrolló su carrera profesional en la empresa a lo largo de los últimos 25 años.

El pasado año se convertía en la directora de Marca, algo que muchos llegaron a interpretar como un paso atrás de su padre, pero que él mismo se encargó de desmentir. Hace pocos meses, Roberto Verino ingresaba oficialmente en la Real Academia Galega de Bellas Artes de Galicia.

“En estos difíciles momentos, la dirección de la compañía ruega el máximo respeto en nombre de la familia”, concluye la firma el comunicado.

Cristina Mariño asumió hace casi doce meses la encomienda de convertirse en directora de marca en el emporio textil ideado por su padre, Roberto, en el cual él sigue liderando el proceso creativo. Tímida confesa, esta mujer, que solo ha vivido 52 años, asumió el reto con ganas de ir “pasito a pasito”.

Nunca había sentido la necesidad de ser visible, ni de tener una presencia mediática, hasta que el conocido diseñador, que en su vida solo confeccionó un traje de novia, el de su niña, así lo dispuso.

Fue entonces cuando Cristina, en agosto de 2021, empezó a ganar protagonismo y, con “mucha ilusión y nervios” -como confesó en una entrevista con Efe- irrumpió en escena con un sincero deseo de avanzar y de seguir con la evolución, que no revolución, de la empresa de renombre mundial.

Su carta de presentación fue en la exhibición de una colección inspirada en el Camino de Santiago y dada a conocer en Bodegas Gargalo, en Monterrei, la otra casa de esta licenciada en Derecho, que deja tres hijos y que vivía a caballo entre Barcelona, donde estaba siendo tratada de una dura enfermedad que no pudo superar, y Galicia.

Cristina se sentía apoyada por todo el equipo de Roberto Verino, firma que este mismo año festejó sus cuatro décadas de existencia.

Cuando estudiaba, ella, que empezó desde abajo y pasó por todos los departamentos, vendía los fines de semana en una tienda de la calle Claudio Coello, en Madrid, y no se le daba nada mal. El trato con el público le encantaba.

Se emocionaba Cristina cuando alguien le hablaba de su “armario emocional”, de los trajes adquiridos hace igual treinta años y que seguían en los armarios.

La empresaria, que ha fallecido este domingo, se definía como una persona muy sencilla, tenaz, terca, discreta, coherente y con gran pasión por el trabajo, un oficio, el suyo, vocacional y del que ella decía que la llenaba por completo.

Adoraba a su padre, del que destacaba su carácter exigente pero para nada incompatible con una dulzura que no ocultaba y con un proteccionismo que tampoco pasaba desapercibido.

De su hermano José Manuel, Cristina decía que era su mejor amigo.

El diseñador Roberto Mariño, más conocido como Roberto Verino, ha dedicado buena parte de este 2022 a conmemorar sus 40 años en la moda defendiendo desde sus inicios la belleza serena, la sencillez de los diseños y la funcionalidad de las prendas.

A su querida Cristina la situó al frente de la dirección de la marca y a la CEO Dora Casal, de la parte ejecutiva.

Contó Roberto, al explicar su decisión, que su hija llevaba con él desde que había terminado la universidad y que, además del refuerzo de la continuidad desde el punto de vista empresarial, él, nacido en Verín (Ourense) en 1945, iba a poder volcarse en el trabajo de imagen y diseño y liberar agenda.

Roberto defiende el consumo responsable. Como hacía Cristina.

Ella heredó de él, también, el pecar de optimismo, de entusiasta, el ver las posibilidades de futuro intactas.

Compartían, por tanto, valores. Y Cristina asumía que su labor era complementaria a la de su progenitor. Que su padre depositase en ella su confianza lo entendió como un honor.

Cristina soñaba con que Roberto Verino cumpliese cuarenta años más, y que lo hiciese fiel a su máxima de caminar de una manera lenta pero firme.

Ella se fue cuando le quedaba tanto por ofrecer. Pero en el primer plano destacó y solamente obtuvo elogios. Y entre bambalinas, granjeó grandes amistadas y son muchísimos los que hoy la lloran con emotivos mensajes de duelo.

La moda gallega está de luto. EFE