El hijo de Ortega Cano, herido colateral en la guerra de Ana María Aldón y Gloria Camila

Siembre se comentó que entre Gloria Camila y Ana María Aldón había más tensión que cariño. Aunque durante muchos años ambas intentaron acercar posturas y disimular sus tiranteces ante la opinión pública, los últimos acontecimientos no han hecho más que demostrar que nunca se llevaron del todo bien. Ninguna muestra reparos a la hora de cargar públicamente contra la otra, sin importarles las consecuencias familiares que su particular contienda pueda acarrear.

De hecho, algunas voces cercanas al clan aseguran que la mala relación entre Ana María Aldón y Gloria Camila fue el principio del fin del matrimonio de Ortega Cano con la andaluza, y a pesar de todos sus esfuerzos por mantener la paz pese a la separación, la situación empeora a cada día que pasa.

Por desgracia, esta guerra sin cuartel ha dejado un herido colateral que nada tiene que ver con los desafueros expuestos en los últimos meses. Se trata del hijo pequeño de Ortega Cano, el único fruto de su relación con Ana María Aldón. El niño alcanzará los 10 años el próximo 9 de febrero, una fecha muy especial que, sin embargo, podría tornarse algo agridulce.

Se conoce que el pequeño está muy unido a su hermana Gloria Camila. De hecho, son varias las ocasiones en las que se les ha podido ver juntos, y lo cierto es que la complicidad y el cariño que mutuamente se profesan se hace evidente ante los ojos de cualquiera. Por supuesto, este potente vínculo también se refleja en la relación con su madre, Ana María Aldón. Son las dos mujeres más importantes de su vida, pero podría no contar con ellas el día de su cumpleaños.

El panorama familiar no invita a pensar a que Ana María Aldón y Gloria Camila puedan limar asperezas en menos de dos semanas y reunirse para celebrar juntas el cumpleaños del benjamín. Además, el niño ya tiene 10 años y es consciente de la complicada situación que atraviesa su familia. Es verdad que se han obrado milagros más inviables, pero, aunque llegaran a encontrarse en una fiesta, la tensión se haría evidente para los invitados y el propio anfitrión.