Opinión

El diario de Amilibia: ¿Fue Olona abducida por un ovni?

" Esto lo podría explicar Iker Jiménez mejor que yo, pero ahora no tengo a mano a Iker"

Momentos destacados de la entrevista de Macarena Olona y Jordi Évole
Momentos destacados de la entrevista de Macarena Olona y Jordi ÉvoleLo de ÉvoleLo de Évole

Parece que Macarena Olona no descubrió en el Camino de Santiago su falta de fe en la religión voxista (no cree que Santiago Abascal sea el monseñor que España necesita) por un resplandor y la voz de trueno del Señor, sino que más bien fue abducida por un ovni en una especie de «Encuentros en la Tercera Fase» sin Steven Spielberg. Y ahí, en ese encuentro extraterrestre, vio la luz sin necesidad de recurrir a la física cuántica ni al metaverso ni a los cantos de las meigas favoritas de Alberto Núñez Feijóo, que no sé si al final son las Tanxugueiras. Esto lo podría explicar Iker Jiménez mejor que yo, pero ahora no tengo a mano a Iker.

Entrevista a Macarena Olona
Entrevista a Macarena OlonaGonzalo PérezLa Razón

Un equipo de arqueólogos ha descubierto la llamada «puerta trasera del infierno» y, cosa curiosa, no está como todos creían en La Moncloa, sino en Oaxaca, México. Ya había hablado de ella el sacerdote Francisco de Burgoa en el siglo XVI y dejó dicho que «era un lugar que solo podría acoger a algún espíritu maligno y a sus sirvientes demoníacos». Así que los misioneros españoles sellaron esa entrada con bloques de piedra. Descubiertas las cuevas que allí existen, los arqueólogos quieren levantar los bloques pétreos, y no sé yo si es buena idea ahora que Olona ha encontrado el camino de la virtud y para señalarlo ha iniciado su campaña en un puticlub granadino, Sala Geisha, un sitio que los clérigos antañones consideraban «lugar de perdición y pecado».

Solo le faltó lavar los pies a las pupilas como una Magdalena para que su llamada subliminal a la ejemplaridad fuera completa: señores políticos, no vayan a los puticlubs, pero si van, al menos paguen de su bolsillo las copas, no con la pasta de los ERE, por ejemplo.