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Crónica

Gabriel Guevara, Guillermo Campra y otros celebs celebran Acción de Gracias en las alturas

Una selecta fiesta envuelta en ese aura de discreción elegante que caracteriza al Thompson Madrid

El actor Gabriel Guevara, hijo de Marlene Mourreau Cedida

Madrid tiene una cualidad especial: sabe envolver los encuentros en una energía propia, vibrante, sofisticada y, al mismo tiempo, profundamente íntima cuando uno conoce los lugares adecuados. Y si hay un espacio en la ciudad que se ha convertido en epicentro de reuniones discretas, celebraciones selectas y momentos que “pasan donde deben pasar”, ese es el Penthouse del hotel Thompson Madrid. No se trata simplemente de una suite, sino de un refugio suspendido sobre la capital, un escenario donde el arte, el diseño y la luz dialogan para crear una atmósfera que roza lo cinematográfico. Allí, recientemente, tuvo lugar un encuentro que combinó exclusividad, estilo y tradición con una naturalidad sorprendente.

Lejos de terrazas, zonas comunes o espacios expuestos, la reunión se desarrolló íntegramente dentro del Penthouse, un dúplex de 222 metros cuadrados situado en las plantas 9 y 10 del edificio, incluso por encima del famoso rooftop del hotel. El espacio, diseñado por el estudio de Luisa Olazábal, despliega una estética donde las maderas oscuras, el mármol, los tonos ámbar y las texturas profundas construyen un ambiente cálido sin renunciar al carácter contemporáneo.

La llegada de los invitados estuvo envuelta en ese aura de discreción elegante que caracteriza al Thompson Madrid. El interior del Penthouse, iluminado con puntos de luz cálidos y enmarcado por obras de artistas como Andrea Torres, Bruno Olle, Marta Bermejo y Pablo Merchante, recibía a cada persona como si se tratara de una galería privada donde todo está colocado con intención, pero sin ostentación. La sensación era la de haber sido invitado a un espacio íntimo, casi doméstico, donde el diseño se respira sin necesidad de explicarlo.

La fiesta ofrecía unas vistas impresionantes Cedida

La velada comenzó con una serie de aperitivos y cócteles, un formato que permitió a los asistentes moverse con libertad entre las distintas zonas del dúplex. Nada de mesas ceremoniales ni formalidades innecesarias: la dinámica fue fluida, orgánica, hecha a la medida de quienes disfrutan conversando, observando o simplemente dejándose envolver por la atmósfera del lugar. El Penthouse, con sus ventanales que se abren a la Plaza del Carmen, ofrecía unas vistas que sobrecogen: el luminoso de Tío Pepe, el reloj de la Puerta del Sol y, ya en clave navideña, el gran árbol iluminado que marca el inicio de las celebraciones en el centro. Era un cuadro urbano que equilibraba tradición, festividad y modernidad, envolviendo a los invitados en un marco mágico desde la altura.

Uno de los momentos más comentados de la noche llegó cuando Guille Campra y Gabriel Guevara coincidieron en la zona interior del Penthouse, junto al ventanal que da a la Plaza del Carmen. No fue en la escalera central del hotel, perteneciente a las zonas comunes, sino dentro del propio dúplex, en un punto donde la luz tenue, la altura sobre la ciudad y la estética mid-century crearon una estampa casi cinematográfica.

El actor Guillermo CampraCedida

Campra, que se dio a conocer de niño como Alonso de Montalvo en Águila Roja, ha desarrollado su carrera en series como El Internado: Las Cumbres y en películas recientes de éxito nacional, consolidándose como uno de los jóvenes talentos más versátiles del cine y la televisión española. Guevara, hijo de la actriz Marlène Mourreau, se ha convertido en una de las caras más comentadas de la nueva generación de actores gracias a títulos como Culpa Mía, la serie Élite: Historias Cortas y otros proyectos internacionales que lo posicionan como un referente del cine joven español.

Ambos conversaron largo rato sobre sus últimos proyectos, la situación actual del cine nacional y la importancia de espacios privados como el Penthouse del Thompson para facilitar encuentros creativos auténticos. La complicidad entre ellos no pasó desapercibida: varios invitados se acercaron para saludarlos, intercambiar impresiones o incluso pedirles una fotografía, convirtiendo ese instante espontáneo en uno de los más celebrados de la velada.

La magia del encuentro se intensificó con el menú cuidadosamente diseñado para la ocasión. La velada comenzó con aperitivos fríos que incluían Gilda de boquerón y pulpo, ensaladilla de ahumados, bombón de foie y chocolate blanco, aguacate con tartar de salmón y hummus con pan de pita especiado. Tras estos primeros bocados, los invitados disfrutaron de una selección de platos calientes: croquetas de cecina, bocata “Paquito”, mini tortilla de patata trufada, arroz de pollo de caserío y pavías de bacalao con alioli. Para cerrar, los postres pusieron el broche dulce: goloso de chocolate y mini finger de lima y merengue, culminando así una experiencia gastronómica equilibrada, sofisticada y deliciosa. Y, como gesto especial de Thanksgiving, la velada se cerró con el pavo tradicional acompañado de sus salsas y compota de manzana, un detalle que combinaba tradición y modernidad de forma elegante y acogedora.

La magia del encuentro se intensificó con el menú cuidadosamente diseñado para la ocasiónCedida

Además de las vistas desde los ventanales, los invitados pudieron admirar la ciudad desde la terraza con piscina que da acceso al Penthouse. Allí, la silueta iluminada del edificio Telefónica se erguía imponente, sobrecogedora, recordando la historia de Madrid mientras las luces de los coches y los edificios circundantes generaban un tapiz urbano de gran belleza.

La reunión, envuelta en esa combinación de discreción, estética y autenticidad, fue una demostración de que hay espacios que transforman los encuentros. Un nuevo must have con sabor bostoniano en la ciudad. A la espera de que llegue la primavera para probar sus terrazas.