
Demasiado ruido
Las juergas de Kiko Rivera en su nueva casa ya dan que hablar a sus vecinos
Ha encontrado en la apacible urbanización sevillana su mejor hábitat para reencontrarse con su soltería

Los vecinos de Kiko Rivera en la urbanización sevillana de La Juliana ya empiezan a sufrir las consecuencias de las juergas que el DJ monta en su nueva casa. La calle Algarrobo, donde vive el hijo de Isabel Pantoja, fue hace unos días escenario de la llegada de varios coches con amigos del mediático personaje, que vuelve a organizar reuniones con sus más íntimos.

Además, tiene el club de la organización a cinco minutos de su domicilio y goza de la posibilidad de encargar un catering. Es lo que hizo en esa ocasión pidiendo comida y bebida para diez personas. Debieron pasarlo muy bien, porque las risas se escuchaban desde la calle.
Música y carne a la brasa
Kiko también suele acudir al restaurante del club, la última vez lo hizo con tres amigos. Igualmente, le han visto en el que debe ser su local favorito del pueblo de Bollullos, que es al que pertenece su urbanización. Se trata del mesón El Carro, en el que la especialidad son las carnes a la brasa.
Poco a poco, el DJ se va aclimatando a su nueva situación personal, en la que, de momento, que se sepa, no entra la intención de enamorarse tan pronto. Quiere centrarse en sus dos hijas, sus amigos y su música.

Lo que causa estupefacción es que censure a su ex mujer, Irene Rosales, porque cree que ya estaba con su actual pareja, el empresario Guillermo, antes de que su matrimonio se rompiera definitivamente, porque se olvida de las veces que el fue infiel a la influencer a lo largo de los años.
Irene, por su parte, ha recuperado la felicidad perdida al lado de ese hombre que le devuelve la ilusión por amar. Se le nota en la mirada y en los gestos. Ella mejor que nadie sabe el escaso interés que Kiko le demostraba en sus últimos años de unión. Más que marido y mujer eran dos amigos sin derecho a roce.
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