Opinión

Los sábados de Lomana: Yolanda Díaz, nunca dejes de sonreír

"La critican por su manera de hablar tranquila y suave, algo que no puedo comprender dada la hartura que tenemos de escuchar mítines siempre agresivos"

Carmen Lomana derrocha elegancia.
Carmen Lomana derrocha elegancia. GTRES

Esta semana no ha podido estar mas movidita. Desde la reforma del «sí es sí» y la estampida de Pedro Sánchez para no estar en el Congreso marchándose a Doñana para quitarse del medio -como es habitual cuando algo le incomoda- a la reciente encuesta organizada por el inefable Tezanos y de la cual podemos concluir que total para qué convocar elecciones si Sánchez y la izquierda arrasa, según el CIS.

Anita Obregón, sus desvelos y alegrías siguen copando portadas y tertulias de televisión y radio cada día con un nuevo capítulo. Ahora toca la publicación del libro, escrito a medias con su hijo fallecido y ella, un libro que debe ser muy fuerte y lacrimógeno, digo debe ser, porque no voy a leerlo. Ya me lo han contado de forma que casi me lo sé de memoria. Lo que mas me gusta es el título : «El chico de las musarañas». Hacía tiempo que no escuchaba esa palabra. Me hace gracia porque mis padres siempre me decían: «Esta niña vive en las musarañas», porque andaba en mi mundo de fantasías, era muy soñadora y despistada.

A pesar de que Tezanos en su encuesta confirma que Yolanda Díaz barrerá a Podemos en las elecciones, después de ver el domingo en la Sexta la entrevista que le hizo Jordi Évole está claro que van a por ella. Fue tan descarado que me molestó la agresividad que tuvieron cada una de sus preguntas con la intención de acorralarla y confundirla. Ella no se esperaba esa forma de ser atacada. No solo verbalmente, sino también en la puesta en escena, con una luz que distorsionaba sus facciones haciendo resaltar el lado más duro, como es su nariz -que a mi personalmente me encanta y denota una fuerte personalidad. En este mundo, donde parece que la perfección estética es tener una naricilla pequeña y respingona, la suya me recuerda a la nariz de Cleopatra. Toda la entrevista fue grabada intencionadamente con perfil egipcio. El señor Évole llegó a criticarle su sonrisa permanente, algo que forma parte de la esencia más agradable en una mujer del partido comunista, que parece que siempre están cabreadas con la vida y en pie de guerra con la sociedad capitalista y libre.

Yolanda Díaz durante el programa 'Lo de Évole'
Yolanda Díaz durante el programa 'Lo de Évole'atresmedia

Yolanda me fascinó desde el primer día de su nueva etapa de integración en la coalición fantasmagórica del PSOE. Una mujer procedente de la izquierda radical que entendió que debería mostrar una imagen mas dulce y elegante -al menos como estrategia- pasando del corte de pelo con flequillo «batasunero» a la suave melena ondulada con mechas rubias. Labios rojos y vestida impecable utilizando los colores blanco y rojo. Nunca volvimos a verla con esas camisetas en color gris incalificable con mensajes reivindicativos. Su nueva imagen era y es intachable. A esto se unió una actitud sonriente y suavidad en las formas.

La critican por su manera de hablar tranquila y suave, algo que no puedo comprender dada la hartura que tenemos de escuchar mítines siempre agresivos. Algunos opinan que nos habla como si fuésemos niños tontitos, pero para tratarnos como ignorantes nadie mejor que Sánchez, nos miente con el mayor descaro y ni se arruga.

Estoy en las antípodas del pensamiento de Yolanda pero valoro mucho su esfuerzo por dar otra imagen de la izquierda, que ha tenido un efecto increíble de imitación en muchas de sus compañeras de hemiciclo capitaneadas por Irene Montero. Han comprendido que llevar los labios pintados de rojo da poderío y así se presentaron todas sus amigas del ministerio de Igualdad el 8 de Marzo en la manifestación. Están adoptando el «look» de lo que ellas llaman niñas pijas de derechas. Al final, la izquierda siempre termina incorporando las maneras y formas de vivir de los conservadores. Son aspiracionales a burgueses y si es posible, viajando en Falcón que los aeropuertos les resultan proletarios con sus colas y sus esperas. Gracias, Yolanda. No dejes nunca de sonreír.