Problemas
Todos contra Isabel Preysler: la reina destronada
Un estudio de Personality Media en exclusiva para LA RAZÓN revela que su ruptura con Vargas Llosa y las acusaciones póstumas de Laura Boyer han hundido su imagen pública
A Isabel Preysler se le acumulan los enemigos. Desde que anunciase el pasado 28 de diciembre, a golpe de exclusiva, su separación con el premio Nobel Mario Vargas Llosa, el nombre de la reina de corazones no ha dejado de protagonizar titulares que han ido mermando la impecable imagen de mujer elegante y discreta que siempre ha procurado mantener. A pesar de que sabe moverse como nadie en el universo del papel couché y de que ha logrado salir airosa de situaciones muy comprometidas a lo largo de su vida, parece que ahora se le está complicando todo por momentos.
Los constantes desencuentros con Mario y los hijos de éste tras su ruptura, las advertencias veladas que ha lanzado a Íñigo Onieva antes y después de la reconciliación con su hija Tamara, la inexistente relación con su consuegra Carolina Molas y las acusaciones de Laura Boyer contra ella antes de fallecer han terminado por dinamitar la popularidad de una Isabel que lo único que quiere, según ha confesado, es mantenerse ajena a la polémica.
Sin embargo, y muy a su pesar, nada indica que todos los frentes que se han abierto en torno a su figura vayan a desaparecer de un día para otro, lo que no hace más que dañar su valoración pública. Según un exclusivo estudio de popularidad realizado para LA RAZÓN por Personality Media, multinacional española especializada en el análisis de imagen de personajes públicos, Isabel Preysler parece encontrarse en sus horas más bajas. A sus 72 años, no solo no encuentra el apoyo del público, que le da un aprobado raspado de 4,8 como valoración general, sino que, desde el pasado mes de noviembre hasta ahora, el interés que generaba como personaje también se ha visto disminuido junto al grado de confianza que solía despertar a través de sus apariciones en sociedad.
En lo único que aprueba la reina de corazones, y con notable, como no puede ser de otra manera, es en elegancia. Una variable que se mantiene apenas intacta en los últimos meses con un 7,2 y que compensa las bajas puntuaciones que el estudio de mercado ha registrado en variables tan importantes como en la de ser un modelo a seguir y como personaje familiar, donde no llega a una media de 5. Y una de las principales causas de esta caída en los datos ha sido su tormentosa ruptura con Vargas Llosa.
Lo que no vio venir
Nada hacía presagiar, tras ocho años de relación, el cruce de acusaciones públicas que iban a mantener Preysler y Vargas Llosa a cuenta de las razones de su ruptura, aunque la cuestión sobre la veracidad de los celos infundados quedó relegada bien pronto a un prudente segundo plano ante la inesperada entrada en escena de Patricia Llosa. Quizá Isabel no contaba con la vuelta de la que había sido mujer de Mario durante la friolera de 50 años.
Y a pesar de que la reina de corazones contaba con un as en la manga, pronto esa baza también se volvió en su contra. La publicación de la carta privada que le envió Patricia en 2015, donde le advertía de las constantes infidelidades de su marido, y la consecuente traición hacia la exmujer del Nobel –que se mostraba cada vez más fuerte junto a Mario y sus hijos–, terminó haciendo mella en la ya dañada imagen de Isabel. Según los datos del estudio de Personality Media, este movimiento le costó a la socialité la pérdida de confianza y prestigio entre una buena parte del público.
Que los hijos del matrimonio declarasen, además, que no tenían ningún miedo a la reina de corazones después de que esta rompiera su silencio para defender lo que consideraba un ataque injustificado a Tamara Falcó en el cuento «Los vientos», terminó generando más apoyos al clan Vargas Llosa en detrimento de la madre de la marquesa de Griñón.
Y cuando parecía que las aguas estaban más calmadas, Mario vuelve a clamar por su libertad y aparece una entrevista póstuma de Laura Boyer donde califica a Isabel de hiperposesiva, fría y calculadora, y la acusa de haberla apartado a ella y a su hermano de su progenitor. Una noticia que ha contado con un notable impacto en la sociedad y que ha devuelto a la actualidad la difícil relación entre Isabel Preysler y los hijos de Miguel Boyer. Ante semejante panorama, no es de extrañar que la imagen pública de la ex de Julio Iglesias se haya desmoronado en cuestión de unos pocos meses.
Su papel de suegra
Otro capítulo que ha afectado, sin duda, a la popularidad de la filipina ha sido su posicionamiento contra Íñigo Onieva a raíz de las idas y venidas del empresario con su querida hija Tamara. Si bien a finales del mes de septiembre, la joven corría a refugiarse entre los brazos de su madre tras hacerse pública la infidelidad de éste en el festival Burning Man, poco después sorprendía a propios y extraños con una reconciliación por todo lo alto.
Para entonces, era ya por todos sabido que Íñigo nunca había sido santo de la devoción de Isabel. Y aunque ya lo único que le quedaba a la madre de Tamara era advertirle al prometido de su hija que no se volviera a equivocar, ella misma volvía a verse en el centro de la polémica por la relación con su consuegra Carolina Molas. Un vínculo inexistente que ha despertado todo tipo de rumores de enemistad.
A pesar de que ambas se han intercambiado piropos en público para mostrar cierto grado de cordialidad, la madre de Íñigo Onieva optaba finalmente por enviar un comunicado para salir por completo de la escena pública. Un movimiento que, quizá, después de estos meses tan convulsos, haya podido ser envidiado por Isabel Preysler. Aunque ella nunca podría desaparecer de la atmósfera pública, es posible que unos meses de descanso le viniesen bien para recuperar su imagen y hacer crecer de nuevo su grado de popularidad. Y es que según el estudio de mercado realizado para LA RAZÓN, todo lo relacionado con su papel en la futura boda entre Tamara e Íñigo en «El Rincón» ha mermado aún más la imagen de la eterna reina de corazones.
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