Opinión
La crónica de Amilibia: Ahí tenemos a Pedro, el más educado
Javier Marías ha dicho que mentir por educación «es una cosa que hacemos la mayoría, al menos los que somos educados. Si uno va diciendo la verdad de todo lo que opina estaríamos matándonos unos a otros. Se miente por educación, por lástima y también porque no hay por qué decir la verdad siempre. Si uno a veces no le dice la verdad ni a un juez, por qué vamos a tener que decírsela a alguien que apenas conoces». Después de leer la parrafada, deduzco que no hemos entendido bien al presidente del Gobierno: miente tan solo porque es un tipo educado, cortés y amable como un «gentleman» tipo David Niven. Un caballero de la Tabla Redonda pasado por Oxford. ¿Para qué la verdad hiriente y soez? ¡Pero si apenas nos conoce! Además, es tan sagaz como para entender que en estos tiempos casi nadie quiere la verdad. Prefieren «La casa de papel».
Somos injustos con Él, ya digo: todo lo suyo es solo un alarde de educación, elegante gentileza. Hablando de mentir: antes se trataba de hacer pasar el bulo por verdad. Ahora, de que la verdad pase por bulo. Pablo Echenique, otro gran ilusionista, va y dice en la pista central del circo que lo de Alberto Garzón «no va de macrogranjas, va sobre un bulo».
Ahí está el caballero de la Tabla Morada: nada por aquí, nada por allá y, alehop, ahí tiene ustedes el filete de baja calidad de Garzón convertido en blanca paloma mensajera. Por cierto, que después del trasplante del corazón de un cerdo a un humano, Alberto Garzón no ha preguntado aún si el gorrino donante era de ganadería intensiva o extensiva. O si el trasplantado caerá en el canibalismo si come jamón.
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