Opinión

La crónica de Amilibia: No me entero de nada, oigan

El director de teatro Miguel del Arco
El director de teatro Miguel del ArcolarazonLa Razón

Salvo excepciones, paso del cine español desde que hace años fui a ver «La isla mínima» y no enteré de casi nada de lo que decían los actores. Es un mal del cine español y de las series españolas: muchos de sus intérpretes no vocalizan, se tragan las vocales, no proyectan la voz, hablan como si tuvieran un estropajo en la boca. Llegué a pensar que la culpa era de mi sordera (la edad, ya saben) y me puse audífonos. Sigo sin entenderles.

Dice Miguel del Arco, dramaturgo y cineasta: «En el cine español se tiende a que la gente hable como farfullando». El actor José Sacristán ya había confesado sobre los jóvenes intérpretes: «Confunden el realismo con el falso naturalismo: se dejan los dientes en una forma de interpretar que en ocasiones ni se oye ni se entiende lo que dicen».

El otro día vi la luz. Caí, zapeando, en «La Resistencia». David Broncano, el presentador, largaba tan rápido y embrollado que me costaba entenderle, pero el público, jovencísimo, reía entusiasmado todas sus gracias. Lo adoraban. Fuera dudas: el éxito en la interpretación, la canción y la política radica en que no se entienda casi nada. Todo se hace pensando en los jóvenes (los viejos ya estamos amortizados) porque la juventud, que farfulla muy bien, entiende perfectamente el farfulleo, el idioma del siglo, y ahí está la clave del caos triunfante, en la taquifemia, el balbuceo, la lengua de trapo y el embrollo. En la canción, el cine, la televisión y la política manda la imagen, sólo la imagen. Al final, todo queda resumido a un culo, le grito a la tele.

Conclusión: tratar de comprender lo que farfullan solo nos importa a Pegasus y a mí. O así.