Opinión
La crónica de Amilibia: ¡Adiós machos alfa, hola blandengues!
Adiós a aquellos esfuerzos de la Iglesia para convertirnos en cruzados, del Che para convertirnos en guerrilleros anticapitalistas y de Nietzsche por alcanzar el Superhombre. Adiós a los machistas superhéroes de Marvel, a los tipos como Errol Flynn, que en sus orgias californianas tocaba el piano con su gran pene, o como Clint Eastwood, que en su papel de «El sargento de hierro» gritaba a la timorata y juvenil tropa: «Soy el sargento de artillería Highway. He bebido más cerveza, he meado más sangre, he echado más polvos y he chafado más huevos que todos vosotros, capullos». Adiós a los machos ibéricos como Bertín Osborne, que confiesa que le hubiera gustado ser El Cid y que nunca dice «te quiero» a las señoras. Adiós al Bruce Willis de las junglas de cristal, al John Wayne que mataba indios mientras yo comía pipas, a Bogart, Mitchum y Philip Marlow.
Lo tipos duros no tendrán un funeral como el de Isabel II, me temo, y menos promovido por Montero, quien ha dicho en las redes: «Presentamos una campaña para aportar reflexión sobre el papel de los hombres en el país feminista que ya somos. ¡Viva los hombres blandengues!» Así que la nueva masculinidad era esto: una metáfora de la brillante trayectoria de la Pareja. Se empieza de perroflauta acampado en todas las revoluciones internas y externas, para acabar tomando por asalto el cielo de los grandes despachos y el casoplón de Galapagar. De victoria en victoria hasta el blandengue aburguesamiento final. Esta es la auténtica Ley Trans: Irene nos quiere capados, sin espolones y cacareando. Blandos y amantes genuflexos, señor Iglesias. Ahora a la espera de que se cumpla la penetración anal de los hombres para avanzar en igualdad, como reclamaba la podemita Beatriz Gimeno. Que sea con delicadeza, porfa.
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