Opinión

El diario de Amilibia: A rebajar la euforia tocan, según Feijóo

“Los curas avisaron hace tiempo de que tal práctica puede causar ceguera. Pasan: la miopía es su estado natural”

Feijóo
FeijóoLorena SopênaEuropa Press

La euforia es el onanismo de los políticos. Los curas avisaron hace tiempo de que tal práctica puede causar ceguera. Pasan: la miopía es su estado natural. Ellos dirán que lo suyo, más que euforia, es poliamor. Como es gozo que practica la tribu política en soledad (el pueblo acompaña poco o nada) yo diría que se acerca más al vicio solitario, al narcisismo y a la llamada erótica del poder. Hace bien Feijóo en pedir a los suyos rebajar la euforia, sobre todo ahora que las campañas han pasado de un lapso más o menos intenso y extenso que se iniciaba con la pegada de carteles, al estado permanente, excitado y vocinglero, de hoy. Vivimos en una eterna campaña electoral. Han decido no dejar de chingarnos nunca, así que, además del consejo de Feijóo, es preciso que Él repase su «Manual de resistencia» y deduzca hasta dónde puede llegar la nuestra, si es que el padecimiento del personal por la tormenta constante de insultos y descalificaciones (el malo siempre es el otro) cuenta para algo.

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, junto a la diputada del PP en el Parlament Lorena Roldán y el presidente del PP catalán, Alejandro Fernández, en unas declaraciones a los medios desde Tarragona. EUROPA PRESS 09/09/2022
El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, junto a la diputada del PP en el Parlament Lorena Roldán y el presidente del PP catalán, Alejandro Fernández, en unas declaraciones a los medios desde Tarragona. EUROPA PRESS 09/09/2022EUROPA PRESSEUROPA PRESS

Recuerdo al soldado de la guerra de Gila dedicado exclusivamente a insultar: «No mata a nadie—decía Miguel—, pero desmoraliza mucho». Eso: nos desmoralizan mucho, nos hastían mucho, nos cabrean mucho. Las encuestas son las niñas de sus ojos. No piensan en aquello que decía Churchill: «Sólo me creo las estadísticas que yo, personalmente, he manipulado». Solamente Ayuso parece pertrechada para soportar tanto la propia euforia de su gloria como la pesadez de vivir como diana de todas las iras. Ha dicho: «Intento mantener el corazón de piedra». Bien: en caso de trasplante, le serviría un ladrillo.

Sería de agradecer, se dice, que al menos dejaran de considerarnos gilipollas. Pero, ¿y si tienen razón y lo somos? Duro golpe.