Opinión
La crónica de Amilibia: La campaña contra Ayuso ya es bullying
La campaña constante contra Díaz Ayuso se está convirtiendo en algo tan cotidiano como la caña y el pincho de tortilla, y no sé si sus adversarios perciben que el show pierde gracia y frescura: aburren a los espectadores de la pista central del circo. Pasa como con la guerra de Ucrania, que mayormente ya sólo preocupa por la subida del pan y el gas: algo también cotidiano. Dijo Bauman que «toda idea de felicidad acaba en una tienda». Ahora toda idea de odio acaba en las redes. Leo que los casos de acoso escolar repuntan tras la pandemia. Ahí está Isabel, que la pobre no puede ni salir al recreo a saltar a la comba porque los abusones/as le tiran de los pelos y le roban el bocata de jamón. Los profesores ya pasan de todo, cansados de regañar amablemente a la chavalería.
Pero que algo se convierta en cotidiano no quiere decir que ella, la niña Isabel, no esté hasta el mismísimo del bullying. Tanto es así, que fuentes de Sol cuentan que se ha apuntado a la campaña contra el acoso escolar de cola-cao y cada mañana, antes del desayuno con o sin grumos, grita en posición de firmes ante MAR: «¡Soy inteligente, soy diferente, soy valiente, soy única!». Dicen que el subidón de adrenalina es tal que sale como una marine hacia el cole de la Asamblea de Madrid donde la espera la oposición con los tirachinas cargados. Mónica García y el coro de podemitas (han llegado a la maldad absoluta de pegarle chicles en la falda) la llamarán de todo. Qué importa. Ella responderá en plan Harry el Sucio: «Venga, alegrarme la mañana».
No basta con el cola-cao: MAR le da clases de kick boxing todas las mañanas.
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