Opinión

La crónica de Amilibia: “Yolanda avisa: ¡que vienen los bárbaros!”

La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, revisa su teléfono durante el pleno celebrado en el Congreso de los Diputados
La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, revisa su teléfono durante el pleno celebrado en el Congreso de los DiputadosChema MoyaAgencia EFE

Tiene dicho que la charla privada con el Papa le cambió la vida: fue un hito en su existencia. A ver, no quiero insinuar que Yolanda Díaz vaya a acabar en las carmelitas descalzas o en Caritas organizando las colas del hambre, pero si quiere sumar con el Papa («hay que sumar desde la Iglesia», dice) y que el Padre Ángel se le una con su bufanda y corbata rojas, es que sin duda busca trascender la política en pos de lo ecuménico y la comunión de los santos, o sea, la unión entre la Iglesia del cielo (donde está Marx) y la de la Tierra (donde está Sánchez). Instalada en el concepto puro o la intuición pura de Kant, ya busca lo trascendental: lo que está más allá de la perceptible o lo inteligible, es decir, Él togado en su metaverso.

«El País» ya le ha dado 57 diputados al grupo a la izquierda del PSOE sin van todos de la manita. Y Yolanda, mística del marxismo, levita: «Solamente si sumamos colectivamente con afecto, sin sectarismo, sin etiquetas, sin separaciones, seremos capaces de garantizar que no gobierne la barbarie». Ya instalada en la profecía, alerta: ¡que vienen los bárbaros! ¿Quiénes son los bárbaros? ¿El llamado Ejército Norcoreano de Pablo Iglesias, esas brigadas moradas que linchan en las redes a los enemigos del gurú? ¿Los monstruosos ocupantes de «El escaño de Satanás» que González Pons ve en el poltergeist del Parlamento? ¿Los votantes de Vox con casco vikingo y cuernos tomando a sangre y fuego la Moncloa?

Si sor Lucía Caram dice «No soy indepe ni no indepe, soy una monja cojonera», quizá Yolanda la parodie en breve: «No soy comunista ni no comunista, soy la santa roja cojonera».