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«Bin Laden no murió en el acto se lo llevaron para matarlo»

El hermano de la viuda, que fue testigo de la misión de los SEAL, relata a LA RAZÓN sus últimas horas

«Bin Laden no murió en el acto se lo llevaron para matarlo»
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ISLAMABAD- Hace más de tres meses que Amal al-Sadah, la viuda yemení de Osama Bin Laden, y sus cinco hijos menores, de cuatro a once años, deberían haber regresado a Ibb (al sur de Saná, Yemen), pero las autoridades paquistaníes los mantienen retenidos en una cárcel secreta cerca de Islamabad. Además de Amal y sus hijos, las otras dos viudas, de origen saudí, Khairia Sabar y Sabar Siham, y cuatro nietos de Bin Laden están bajo custodia de Pakistán. Zakarya al-Sadah, de 24 años, llegó a Islamabad a primeros de noviembre de 2011 para acompañar a su hermana y sobrinos de regreso a Yemen. El Gobierno paquistaní había acordado, a través de la embajada del Yemen, la repatriación de la esposa más joven del ex líder de Al Qaeda y sus descendientes. Sin embargo, a día de hoy Zakarya sigue esperando poder recoger a su familia para llevársela de vuelta a su país.

«Estoy desesperado. No sé que ha ocurrido. Vine a Pakistán porque el embajador nos dijo que mi hermana y sus hijos iban a ser liberados en unos días. Llevó aquí tres meses y medio y no sé nada. Ahora ni siquiera me dejan visitarlos», declara a LA RAZÓN el cuñado de Bin Laden. Zakarya, estudiante de Periodismo en Saná, pertenece a una familia conservadora yemení que, según él, «nunca había tenidoninguna conexión con Al Qaeda». Cuesta imaginar cómo su hermana Amal pudo acabar convirtiéndose en la quinta esposa del terrorista más buscado del mundo.

«Amal es diferente, una buena mujer. No compartía las ideas de la Yihad, pero Bin Laden era su esposo y su compromiso era apoyarle hasta el final», justifica Zakarya. El joven yemení se muestra un tanto desconfiado, como si tuviera miedo de hablar con la periodista, y apenas revela detalles sobre la vida privada de su hermana con Bin Laden.

Incomunicados
Zakarya sospecha que, a raíz de sus declaraciones a la prensa, las autoridades paquistaníes han cortado toda comunicación con él y tampoco responden a las peticiones formales del embajador de Yemen en Islamabad. «Tengo miedo de que puedan tomar represalías contra Amal», responde Zakarya, que ha visto a su hermana, en varias ocasiones, en los últimos meses. «Cada vez me han llevado a un lugar distinto, bajo fuertes medidas de seguridad, y durante el trayecto me tapaban los ojos. Yo esperaba en una habitación a que trajeran a mi hermana y los niños, custodiados por los militares», explica el cuñado de Bin Laden. «Ya no me dejan visitarlos. Creo que el Gobierno paquistaní ha cambiado de idea y no tiene intención de liberar a mi familia», puntualiza.

«Amal no está bien. No se ha recuperado aún del disparo que recibió en la pierna y no le están dando tratamiento médico», se queja, al tiempo que agrega que sus sobrinos «están muy tristes, y psicológicamente afectados porque vieron morir a su padre». «Qué vida es para un niño vivir encerrado en un habitación sin ventanas, sin poder ver la luz del sol», lamenta Zakarya.

«Mi hermana es inocente»
Su hermana le contó que cuando los marines entraron por la noche a la vivienda de Abbottabad estaban todos durmiendo en la misma habitación y en el tiroteo ella resultó herida. «Bin Laden no murió en el acto, se lo llevaron malherido fuera para matarlo», continúa. «No defiendo a Bin Laden, lo que hizo fue horrible. Pero mi hermana y sus hijos son inocentes. Ellos no tienen ninguna culpa», insiste el hermano de la viuda. Como es habitual en las familias yemeníes, el matrimonio de Amal con Bin Laden era un casamiento acordado. Según el testimonio de Zakarya, el jeque Rashid Saeed Ismail –que después se unió a Al Qaeda– fue quien arregló con su padre el enlace. «Mi familia nunca conoció a Bin Laden. Solamente sabíamos que el futuro marido de mi hermana pertenecía a una adinerada familia saudita y que era un buen musulmán que buscaba una mujer tranquila y amable». El jeque Ismail entregó a la familia una dote de 5.000 dólares y se llevó a Amal, de 18 años, a Afganistán, donde se casó con Bin Laden en Kandahar en 1999.

«Apenas hemos tenido noticias de ella», recuerda Zakarya, antes de agregar que su hermana les escribió varias cartas antes del 11-S, una de ellas para anunciarles el nacimiento de su primera hija, Safia, de once años de edad. Amal es la persona que más detalles conocía sobre los últimos diez años de la vida de Bin Laden y precisamente, esa valiosa información que posee la viuda podría dejar a Pakistán en una situación muy incómoda. Está claro que las autoridades paquistaníes saben más de lo que cuentan y su recelo a liberar a la última de las esposas del ex líder de Al Qaeda es una claro indicio de que, probablemente, Islamabad no sólo conocía el paradero del terrorista más buscado del mundo, sino que además lo protegía.

La viuda más joven de Bin Laden confesó durante la investigación que pasaron los últimos siete años y medio en Pakistán, primero en un pueblecito de Haripur, cerca de Abbottabad, donde se mudaron en el año 2005 a una lujosa mansión, que estaba situada en una recinto militar, hasta que el 2 de mayo de 2010 Bin Laden fue abatido en su residencia en una operación especial de los SEAL.


Una familia marcada
Zakarya al-Sadah, de 24 años, hermano de la viuda de Bin Laden, espera desde noviembre en Islamabad a que las autoridades la liberen a ella y a sus sobrinos. Su intención es devolverlos a Yemen.Ella salió de allí hace once años para casarse con el terrorista más buscado de todos los tiempos.


Cinco matrimonios, tres divorcios y ningún funeral
Najwa Ghanem, la mujer iletrada
De origen sirio, fue su primera esposa. Se casó con ella en 1974, cuando tenía 17 años. Era hija de un hermano de su madre, Hamida Al Atas. Tuvieron diez hijos. De las cinco esposas que se le conocen fue la única que no tenía estudios.

Kadijah Sharif le dejó por su «vida austera»
Rebautizada con el nombre de Um Ali, era profesora universitaria en Arabia Saudí. Sharif pasaba los veranos en Jartum (Sudán), donde Bin Laden tuvo que refugiarse entre 1991 y 1996. Según el jefe de los guardaspaldas de Bin Laden, ella le pidió el divorcio porque «no aguantaba su estilo de vida austero y sus penurias».

Khariah Sabar, comprometida con la «yihad»
Esta psicóloga infantil estaba muy comprometida con la «yihad». Algunas fuentes dicen que era su favorita. Hay informes que aseguran que no sobrevivió a la ofensiva de 2001 en Afganistán y que estaba en Abbottabad cuando la casa fue asaltada por las fuerzas especiales, SEAL.

Siham Sabar, la profesora de gramática
También se la conoce con el sobrenombre de Um Khaled (madre de Khaled). Es profesora de gramática árabe. Mantuvo su trabajo cuando tuvo que trasladarse a Sudán. Varias informaciones periodísticas la sitúan en Abbottabad durante la operación estadounidense.

Amal Ahmed Al Sadah, la última y más joven
Nació en 1981 en Yemen, aunque en la fecha de su pasaporte aparezca el año 1987. El matrimonio fue una «unión política» para fomentar la relación entre Bin Laden y una importante tribu yemení, que podría suministrar a la red terrorista numerosos combatientes. También estaba en Abbottabad el día D y permanece detenida por las autoridades paquistaníes.