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París

La última exclusiva de Capa Taro y Chim

La Razón
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En diciembre de 2007 llegaba al Centro Internacional de Fotografía de Nueva York, no una maleta, sino tres cajas desgastadas de cartón con 126 rollos de película. Estaban ordenados en su interior por nombres, fechas y lugares que remitían a la Guerra Civil española. Transcurridas unas horas se demostró que aquel conjunto de 4.500 imágenes (ahora expuestas en el Museo Nacional de Arte de Cataluña) pudieran pertenecer a los fotoperiodistas más célebres de su tiempo. El documental «La maleta mexicana», de Trisha Ziff, narra el largo viaje que padecieron esas imágenes que, 70 años después, resurgieron del olvido. En ese tiempo, Gerda Taro, Robert Capa y David Seymour «Chim» eran jóvenes y guapos. Los tres tenían raíces judías y los tres morirían ejerciendo su profesión. Taro en 1937, en Brunete; Capa en Indochina, en 1954, y Chim, en 1956 en el canal de Suez. Pero el verdadero protagonista de esta aventura, la que cuenta la directora, es el hombre del cuarto oscuro, la persona anónima y sin rostro que revelaba las fotos: Imri «Csiki» Weiss. Cuando los nazis cercaban París, escogió estos negativos del laboratorio para ponerlos a salvo. Fue a Burdeos y los puso en manos de Francisco Aguilar González, embajador mexicano, que, nada más regresar a su país, arrumbó todo el material en el fondo del armario. Allí permanecería hasta que saliera a la luz.

El final de una fotógrafa
Trisha Ziff recuerda este periplo, reconstruye fragmentos de las vidas de los fotógrafos en España, recoge testimonios, visita escenarios y cuenta el triste final de Taro. Pero sólo es una de las líneas de un documental, absolutamente imparcial desde el punto de vista ideológico, y que comienza con una proposición: que en España sólo hasta los 90 se comenzó a hablar de la guerra del 36. Quizá tendrían que revisar la bibliografía en las universidades españolas. Desde 1975 no se han escritos más monografías, ensayos y estudios sobre la Guerra Civil que sobre cualquier otro tema.

El documental, que es ameno y está muy acertado al enseñar la estrecha relación durante esos años entre España y México (una nación que ayudó al exilio, un tema que es muy importante recordar) cae, sin embargo, en un asunto que ciertamente no viene demasiado a cuento y que, en realidad, ni siquiera se espera: la memoria histórica. El espectador estaría más interesado en que ahondase en la vida de Capa, Taro o Chim, que es lo que se pide y se espera. Y no este asunto, que está bien, pero que se merece su propio documental.