Murcia

Sin política interior

La Razón
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No tengo nada contra los toros, sino lo contrario. No tengo nada con que el delegado del Gobierno vaya a los toros, más bien lo contrario. Lo que no me parece bien es que Tovar se dedique entre toro y toro al «canapeo», mientras los argelinos se nos cuelan de cien en cien. Un auténtico desembarco. Tampoco voy a acusarle de ser el culpable de ese tráfico humano, pero luego ocurre lo que ocurre, es decir, que nuestros campos y nuestros cultivos sean inseguros y que algunos otros la monten contra una discoteca que se dedica a crear puestos de trabajo con riesgo económico. Y todo eso porque la citada discoteca se llama La Meca, ahora La Isla, aunque para mí siempre será La Meca, como para muchos otros murcianos que no aceptan el chantaje de la amenaza terrorista. Los fundamentalistas han logrado que a partir de ahora, entre los jóvenes sea La Meca, aunque oficialmente se llame La Isla. El delegado, en los toros, y los dueños de La Meca aterrorizados. ¿Dónde estaban ante semejante atropello Zapatero, Rubalcaba y Tovar? ¡Así nos va! Y justo en plena polémica, Zapatero apoya a Sarkozy por los llamados «roms» y cuando le preguntan si hay riesgo de que vengan a España, el presidente responde al periodista que «no des pistas». No des pistas, que ya las doy yo. La izquierda española se caracterizó por una generosidad sin control en la política de inmigración. Y así nos va. No tenemos política exterior, pero lo peor es que acabamos de descubrir que tampoco tenemos política interior. El conflicto de La Meca no es más que la punta del iceberg, pues la comunidad musulmana en Murcia es la mayoritaria, con perjuicio, incluso, para otras comunidades de inmigrantes. Los cristianos carecemos de cualquier derecho en sus territorios y en casa nos vemos obligados a ceder constantemente. Alguien tendrá que poner el límite del respeto que se espera para todos. No podemos ser perseguidos y en nuestra propia casa cambiar nuestros hábitos.