Kabul

Washington «tocado» por el derrotismo

El general Petraeus no oculta que aún llevará mucho tiempo y muchas más bajas estabilizar la situación afgana.

Washington «tocado» por el derrotismo
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Madrid- Entrevistado por la BBC, Julián Assenge, el fundador del portal de internet donde se filtraron los documentos internos de la guerra de Afganistán, ha venido a decir que su responsabilidad se limita a haber expuesto al desnudo lo que ocurre en el escenario y entre los bastidores de la guerra de Afganistán.En cierto modo, Assenge tiene razón. La mayor parte de los documentos filtrados no hacen más que confirmar lo que, día a día, reflejan las dispersas noticias que llegan desde la zona de combate. La constatación de que se libra una guerra sin frentes y sin lógica, donde el enemigo y el aliado cambian de bando, siguiendo un instinto propio, arraigado en siglos de violencia. Nada que no hubieran ya experimentado los ingleses en 1839 cuando, preocupados por la alianza ruso-persa, decidieron colocar a un rey títere en el trono de Kabul.Robert Gibbs, el portavoz de la Casa Blanca, no oculta su preocupación por las consecuencias que las filtraciones han tenido en la opinión pública internacional y teme, al igual que el Pentágono, un incremento de la presión doméstica en los gobiernos aliados, en especial en Gran Bretaña, Países Bajos y Alemania, para que aceleren la retirada de las tropas. El hecho de que Obama se haya autoimpuesto un plazo de salida, que finaliza en 2014, no contribuye a facilitar las cosas.De momento, y ante la constatación, expuesta por el propio general David Petraeus, de que la resistencia de los talibán se ha endurecido, entre otras razones porque ha finalizado la cosecha de adormidera y quedan más brazos libres para combatir, el mando occidental en Kabul ha decidido replantear la gran ofensiva de verano contra el feudo islamista de Kandahar que había sido anunciada a bombo y platillo a primeros del mes de junio. En la nueva planificación se va a tener muy en cuenta lo sucedido en la provincia vecina, Helmand, donde las operaciones llevadas a cabo el pasado mes de abril no han conseguido cumplir ninguno de los objetivos previstos, pese al gran número de bajas propias.Aun así, y tal vez para contrarrestar el impacto que las cifras de bajas en los meses de junio y julio –con 191 muertos y 595 heridos entre las tropas occidentales– ha tenido sobre la moral de los combatientes, el coronel Rafael Torres, portavoz de la OTAN, ha asegurado que se seguirá reforzando el frente de Kandahar.Mientras, la realidad, tozuda, es que los talibán recuperan su influencia entre la población civil, sobre la que aplican sus conocidas tácticas de terror, como demuestra el cierre de escuelas femeninas y los incesantes asesinatos de funcionarios, maestros, policías y simples vecinos al servicio del Gobierno afgano.Lo que pasa si abandonamos AfganistánLa revista norteamericana «Time» ha llevado a la portada de su último número el rostro bárbaramente mutilado de Ahisa, una joven afgana de 18 años a la que un comandante talibán ordenó que le cortaran las orejas y la nariz. Ahisa, que sufría malos tratos de sus empleadores domésticos, huyó un día de la casa y se atrevió a andar sola por la calle. La ley integrista la ha tratado, por lo tanto, como a una prostituta. Ahisa ha decido mostrar su rostro, que aún parece más bello, consciente de que a partir de ahora tiene la vida condenada en su país. La cirugía estética tratará de reparar el daño en lo posible, pero ella ha querido que sea un grito de auxilio para todas las mujeres afganas. Y así, frente al derrotismo que se infiltra en Occidente, frente al olvido de lo que supuso el régimen de los talibán para el martirizado país, la imagen de Ahisa en «Time» nos recuerda que la derrota sobre el campo de batalla tendrá las inevitables consecuencias.