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Nos cuenta la prensa que a un señor de Ceuta, Mohammed el Vasco, le pegaron doce tiros en las piernas en la barriada de El Príncipe. El autor llevaba la cara tapada por una bufanda del Barcelona y se sospecha que es un ajuste de cuentas. Por lo visto,siempre es igual: aquél que tiene cuentas que ajustar, le cose una pierna a tiros al que tiene la cuenta pendiente. Ahí no queda todo: luego, el ajustante, paga al ajustando la rehabilitación, la prótesis, y una suma de dinero a cambio de su silencio. Conociendo el actual clima de guerra de medios, una no se explica cómo esto ha pasado tan inadvertido. El acontecimiento, ojo, plantea múltiples debates según el punto de vista del analista. Paulie Gualtieri, conocido miembro de la familia Soprano, se preguntaría qué sentido tiene pegarle a otro un montón de tiros si luego hay que pagarle el médico y darle una propina. Si el columnista, empero, fuera votante abertzale diría que cómo es eso de llamarse Mohammed el Vasco, oiga, sería como llamarse Koldo el Rifeño. Manipulación de la brunete mediática que convierte en vasco todo lo que tenga relación con pistolas, hala. El ofendido catalanista de guardia aseguraría que es irrelevante que el autor de los disparos llevase una bufanda del Barcelona: estamos ante una maniobra de desprestigio hacia el equipo tricampeón. Probablemente el culé de Ceuta, con toda certeza republicano y de ERC, querría protestar por el monárquico nombre de la barriada en la que vive el pobre Mohammed. Algún que otro periódico advertiría de restos de titadine en el portal, otro entrevistaría a la ministra de Igualdad para que condenara la discriminación que supone que se dispare una pierna y no a la otra, y algún otro, de paso, regalaría un juego de cacerolas. Yo, sin embargo, me quedo con el calor que se debe pasar en julio en Ceuta con bufanda. Telita.