Afganistán

Enrique

La Razón
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Yo creo que la hostelería británica fue la que dio el soplo. Están sobrando cajas de ginebra Arpón por un tubo, oiga. E inmediatamente se encendieron las alarmas en las destilerías del mundo y alguien tuvo el pálpito de que el chico estaba fuera, lejos, y sin una barra en la que acodarse a mano. Enrique, que es como llamamos por aquí al pequeño de aquellos dos que dieron el espectáculo, ha estado en Afganistán. Diez semanas, ni más ni menos, mire Vd. Por lo visto, estaba emperrao en pasar fatiguita, tanto, fíjese, que llegó a amenazar a su padre con dejar el ejército si no se lo permitía. Es un alivio saber que estaba ya desde hace tiempo en el ejército, y no se vayan Vds. a poner estupendos haciéndose preguntas porque igual el chico regentaba la cantina que era una delicia aquello. Cuentan que el muchacho se fue antes de la Navidad, evitando, de esa forma, las alegres fiestas de los Windsor, que deben ser de partirte la caja todo el rato. Y nos han contado más: que ha estado en primera línea, ahí, como un solo hombre, y dicen que le mola mucho el caqui, los andares castrenses, y la música militar, al contrario que a su hermano con el que sólo comparte la devoción por el Cointreau con piña. Bueno, y por el lumumba suavecito de cholec. En total, que Enrique se lo ha pasado como un gorrino en un charco y dice estar encantado con haber sido lo más normal que va a llegar a ser. Hasta ahí, íbamos bien, porque luego a la normalidad ha añadido que se duchaba cada cuatro días y que no lavaba la ropa antes de una semana, y a mí me ha dado un poco de repeluco pensar que los ingleses normales ven una ducha con la misma regularidad que se ve a una cuñada. Enrique, lo que es la vida, es el hombre de moda en Inglaterra, ya ves tú. Incluso se han olvidado sus tremendas curdas y aquel disfraz tan simpático con aquella esvástica tan hermosa y elegante que lució en un acto privado. Los actos privados son un peligro, Enrique, oiga. La gente es que en las fiestas se pone cualquier cosa. Hasta arriba de Machaquito, por ejemplo.