FC Barcelona

Balón de Oro

Ferguson señor sí señor

Ferguson señor sí señor
Ferguson señor sí señorlarazon

Simply the best

Tres Ligas escocesas, cuatro Copas y una Recopa al frente del modesto Aberdeen. Es reclamado por el Manchester United para reconstruir un club en ruinas. Ha ganado 11 de las últimas 17 ediciones de la «Premier», la sin discusión posible mejor competición nacional del mundo, cinco «FA Cups», una Recopa, dos Intercontinentales, multitud de competiciones de segundo orden y dos «Champions». Puede que pasado mañana logre la tercera porque su equipo es una máquina de jugar al fútbol que nada tiene que envidiarle al excepcional Barça de Guardiola. Negar que todos los entrenadores del orbe deben hincarse de rodillas ante el número uno, Sir Alex Ferguson, equivale a contradecir a la ciencia; es como pensar que pueda haber una montaña más alta que el Everest o un océano más grande que el Pacífico.Pero el valor de Ferguson no es mensurable sólo en atención a este inigualable palmarés. Su gran mérito ha sido además construir equipos en torno a estrellas en muchas ocasiones díscolas. Los primeros iconos de este nuevo Manchester fueron el volcánico Éric Cantona y el no menos irascible Paul Ince: domó a las fieras como el Petruccio shakesperiano. Luego, se inventó a la glamurosa quinta de Beckham para ganar el trébol de 1998 y conferirle al fútbol inglés unas inusitadas cotas de popularidad. Ahora, es capaz de domeñar un vestuario en el que conviven Cristiano Ronaldo, Rooney y Berbatov, tres delanteros con tanto talento como mal carácter que bajo la jurisdicción de cualquier otro técnico hubieran terminado poco menos que a tiros.

Lucas Haurie

Sir Ego

Sir Alex Ferguson, un borde profesional que ha rebajado el prestigio del título que luce a niveles sonrojantes, tiene varios problemas gordos y uno gordísimo. Sir Alex se encuentra saladísimo y sumamente ingenioso, aunque a muchos lo que nos parece es que siempre está colorao como una teja. Se encuentra este buen señor muy pagado de sí mismo y de todos esos títulos que ha ganado, y no se da cuenta de que también es responsable de una imagen antipática del club que le paga, que de referente histórico ha pasado a verse como un equipo empalomado y grosero gracias en parte a este señor sonrosado.Su autoestima le lleva a pelearse con árbitros, colegas y rivales y hasta a analizar la reciente historia de España para llegar a la sesuda conclusión de que el Madrid es actualmente la representación del franquismo. Sir Alex acumula ira rojiza en los mofletes cual ardilla atiborrada de nueces ante el crudo invierno, sin darse cuenta de que tiene un problema más gordo que no alcanza a gestionar. Ese problema tiene las cejas depiladas, obsesión por mostrar sus músculos dorsales y un ego que convierte al del Sir en eguito con voz de pitufo que da hasta ternura. Sir Alex lucha contra el mundo mientras a su espalda empieza a taparle la sombra de CR7, el jugador que se permite afearle un cambio, coquetear con el rival franquista e insinuar que puede vivir sin él. Sir Alex aún no ha reaccionado y cuando lo haga será tarde: en la pelea sufrirá él o sufrirá su estrella y sufrirá, en cualquier caso, su equipo, ése que le debe tantísimo y al que él, sin saberlo, debe mucho más.

María José Navarro