Europa

Bruselas

La patata de Rajoy

La Razón
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A quienes miramos la política con cierta ironía, conscientes de que de ella no dependen las cosas decisivas de la vida –la fidelidad de los amigos, el amor, el sexo, la educación de los hijos, la salvación del alma, la fe o el gusto por el trabajo– nos divierte la victoria del Partido Popular en las europeas. No sólo por el disgusto de Zapatero, que ha estado tres días «missing», sin decir «esta boca es mía»; sino por el desconcierto de Mariano Rajoy, ahora que el candidato que tanto le costó elegir, el democristiano «pasado de moda», le ha sacado 23 escaños en Europa. Madre mía, lo que tardó Mariano en anunciarnos al cabeza de lista. Incluso fue a Bruselas y volvió en un silencio pertinaz, que algunos le reprochamos en voz alta. Y es que a los «arriolistas» –a los de derechas acomplejados de ser de derechas–, Jaime Mayor Oreja les saca de quicio. Es un candidato que se mete en todos los jardines: el aborto, la familia, la tradición, los valores. Todo lo que los supuestamente progres del Partido Popular quieren soslayar y disimular sale a escena cuando Mayor habla. Se desesperan con él. Ellos sólo quieren luchar por la pasta. Pasan de las convicciones morales, del cristianismo y de las batallas de principios, y pretenden ser tan «modernos» en lo demás como Ana Belén y Víctor Manuel. Y hete aquí que el candidato a las europeas ha entrado como un elefante en la cacharrería de los disimulos y ha ganado las elecciones. Jaime Mayor ha demostrado que se puede creer en las cosas y en las personas y resultar atractivo y convincente. Mariano Rajoy tiene ahora la patata caliente de elegir entre quienes le aconsejan nadar y guardar la ropa y quienes le piden que vaya de frente, reivindicando el pasado y el presente del PP, sin avergonzarse. Amarrándose a la gran tradición europea de Adenauer y Helmut Kohl, La cosa es que los primeros, los del disimulo y el tejemaneje, no han ganado. Ha ganado el candidato que querían arrumbar, el de la imagen viejuna, el que pasa del marketing, el de las verdades como puños.